Sólo tu voz es dulce, poesía,porque por ella he sido yo narrada.
Con tierna obstinación tus ojos pones donde clavé, vencida, mi mirada.
Ya te mandaron a morir, mas tú como una flor del campo te levantas.
La hoguera preparada para tien tus lozanos pétalos se lava.
Porque eres mustia entre las bestias todas,garza de invierno, yo te siento hermana.
Vestimos un amor desesperado,que nos desnuda el pecho y las espaldas.
Debajo de borrascas vas y vienes como una cabellera de palabras
Y enferma caes de capullos nuevos,de aroma fresco y pena enamorada.
Delfina Acosta
Asunción 1956, poetisa, narradora y periodista de origen paraguayo.
Ángel Lucimar