POR ISMAEL CALA
@CALA
El cierre de un año en las organizaciones es mucho más que un trámite administrativo o la preparación de un balance financiero. Es un momento de reflexión, aprendizaje y proyección. Es la oportunidad de mirar hacia atrás para reconocer los logros alcanzados, los desafíos superados y las lecciones aprendidas, mientras se sientan las bases para un nuevo ciclo lleno de posibilidades.
En el bullicio de las metas por cumplir y las cifras por cuadrar, es fácil perder de vista lo más importante: las personas que hacen posible todo lo logrado. El cierre de año debe ser un momento para celebrar a los equipos, agradecer su esfuerzo y destacar los valores que los han mantenido unidos. Un «gracias» sincero puede ser más poderoso que cualquier bono o regalo. Reconocer el trabajo bien hecho es un motor que impulsa la motivación y refuerza el compromiso colectivo.
También es el instante perfecto para detenerse y reflexionar. ¿Qué funcionó bien este año? ¿Qué podríamos haber hecho mejor? Estas preguntas son fundamentales no solo para analizar resultados, sino para entender las dinámicas humanas y organizacionales que los generaron. Las metas alcanzadas son tan importantes como las relaciones que se fortalecieron y las habilidades que se desarrollaron en el camino.
En este ejercicio de cierre, no debemos temer a los errores o fracasos. Son las lecciones más valiosas que podemos llevarnos al próximo año. En lugar de verlos como algo que nos detuvo, debemos reconocerlos como escalones que nos empujaron a crecer y adaptarnos. Una organización que aprende de sus caídas es una organización que evoluciona.
El cierre del año es, además, un espacio ideal para renovar la visión y alinear a los equipos con los objetivos del próximo ciclo. Involucrar a todos en la construcción de esas metas es clave para que se sientan parte del propósito compartido. Escuchar sus ideas y perspectivas no solo fomenta la innovación, sino que también fortalece el sentido de pertenencia.
En estas fechas, donde todo es correr y cerrar pantallas hasta enero, la invitación a las organizaciones es a pausar, agradecer y proyectar, porque solo cuando honramos lo vivido podemos dar el siguiente paso con claridad y propósito. Al final, un año más no es solo una página en el calendario, sino una oportunidad de reafirmar nuestra misión y continuar creando impacto, desde las metas más pequeñas hasta las más grandes.
¡A cerrar con gratitud y abrir con determinación!
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