Si tuviéramos que destacar los puntos en común de los discursos pronunciados el pasado fin de semana por los ganadores de los premios Oscar de la Academia diría que fueron conmovedores y auténticos, dándose el permiso de mostrarse vulnerables.
Muy contrastante con la bochornosa demostración de violencia del año pasado (con el episodio de Will Smith y Chris Rock), este año la ceremonia y en especial, los discursos se ganaron el corazón de la audiencia.
Empezando por el de Brendan Fraser, ganador del premio a mejor actor por su interpretación en la película The Whale, y a quien se le quebró la voz al dedicar su premio a su hijo mayor, Griffin (de 20 años), diagnosticado en el espectro de trastorno autista (algo por lo que Fraser se culpó durante una primera etapa).
Por su parte, Jamie Lee Curtis nos demostró que nunca es tarde pues luego de 45 años de carrera artística, recibe el máximo galardón por su actuación en la multipremiada Todos a la vez en todas partes. Mi momento favorito fue cuando recordó a sus padres, los también actores Tony Curtis y Janet Leigh.
Y si de empoderamiento femenino se trata, no podemos dejar de mencionar a Michelle Yeoh (ganadora del premio mejor actriz en esa misma película) quien centró su discurso en las palabras: Esperanzas y posibilidades para luego recordarle al resto de las mujeres que “jamás permitan que nadie les diga que su tiempo pasó”.
Pero si tuviera que elegir mi discurso favorito de la noche, sería definitivamente el de Key Huy Quan (ganador del premio mejor actor de reparto). Luego de haber actuado en la infancia junto a Harrison Ford en una de las entregas de Indiana Jones y en The Goonies, fue el mayor regreso del año para recordarnos que nuestra historia de vida no nos define.
Al compartirnos en un minuto y medio la narración de un viaje “que empezó en un bote” y de haber sido refugiado para hoy estar ganando un premio Oscar es la mejor prueba de conectar desde el corazón.
Su frase final resume el mensaje central de toda la noche: “Los sueños son algo en lo que tienes que creer (y yo casi renuncié a los míos). Mantengan sus sueños con vida”.
Gracias a la magia del cine por hacernos soñar.
POR ISMAEL CALA
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