Venezuela se encuentra inmersa en el peor caos de su historia. La inflación galopante sin control alguno con exagerados niveles de endeudamiento y estancamiento productivo son uno de los tantos factores desencadenantes de la grave crisis que vive el país que – sin duda alguna – ha conllevado a la más terrible miseria que el pueblo venezolano haya sufrido. No se trata de desaciertos, se trata de la destrucción del país que comenzó hace 17 años atrás.
Una dantesca realidad es la que enfrentamos día a día los venezolanos; una gran brecha separa la población, los muy ricos y los muy pobres, mientras que la clase media navega en un barco sin timón en una fuerte tormenta. Esa es la realidad, los venezolanos están padeciendo hambre y un sin número se muere por la falta de medicinas, mientras que otros se enriquecen cada día más con nuestra desgracia. Los negocios van y vienen en todos niveles de participación y mientras tanto la población asalta los camiones de basura en búsqueda de algo que comer, los hospitales destruidos sin poder prestar la debida atención, ni siquiera a las simples necesidades.
La revolución chavista solo se interesó mantener el control de la voluntad del pueblo mediante la satisfacción temporal de sus necesidades, aprovechando la bonanza de los ingresos petroleros y abusando sin piedad del endeudamiento externo. Frente a los excesivos ingresos petroleros, el proyecto de socialismo del siglo XXI o proyecto de continuación del comunismo cubano, marchó hacia adelante: la conquista del pueblo implicó el derroche de dinero: construcción de viviendas estratégicamente ubicadas, atención hospitalaria con médicos cubanos, excesivo gasto público, becas, etc. Su objetivo no era fomentar las bases para alcanzar un país autosuficiente, su objetivo real era solo un pueblo dependiente del Estado.
Evidentemente que para lograr su objetivo se atacó al sector productivo del país tildándolos de enemigos del pueblo con el fin de confiscar un elevado número de industrias y así mediante una acción absolutamente política, se fue disminuyendo la participación privada en el país y los que han mantenido se encuentran frecuentemente sometidos al abuso fiscal del Estado revolucionario. El respecto a las garantías constitucionales de derecho a la propiedad privada y la libertad de industria y comercio fueron interpretadas por el Estado revolucionario a su conveniencia.
Así, el Estado revolucionario se creyó autosuficiente, capaz de sustituir el sector privado controlando los medios de producción sin ningún tipo de control y experiencia, mientras que dilapidaba los ingresos petroleros y abusaba del endeudamiento para controlar y minimizar las necesidades del país.
El Estado revolucionario fue incapaz de poner en funcionamiento el aparato productivo del país, pero eso no les importaba, solo la apariencia de haber conquistado el poder para el pueblo, simplemente puro populismo.
Las importaciones se convirtieron en un excelente negocio para el Estado revolucionario y todos sus allegados, mientras la producción nacional desaparecía del mercado. La imagen de prosperidad fue una ilusión que creyeron podían mantener en el tiempo. Los niveles de endeudamientos alcanzados durante este periodo de revolución fueron tales que el Estado perdió el control de sus finanzas y ha comprometió las riquezas del país como garantía de los mismos, mientras que paralelamente la industria petrolera perdía su impulso, tanto por la tendencia sostenida a la baja de los precios petroleros como por la desinversión y la pérdida de mercados de exportación.
Aunado a lo anterior, hay que destacar que la codicia del Estado revolucionario fue más allá y encontró una manera fácil y rápida de proveerse de dinero mediante la emisión de dinero inorgánico. El Estado revolucionario través del Banco Central de Venezuela ha emitido dinero
sin respaldo alguno para financiar todo el sistema revolucionario incluyendo las importaciones. La creación de dinero inorgánico ha conllevado al deterioro del poder adquisitivo de la moneda.
De esta manera, frente a una política fiscal basada en la creación de dinero inorgánico en forma indiscriminada, sin soporte en ingresos o activos, con un sector petrolero en decadencia, cuyos ingresos no cubren las necesidades del país y, un sector productivo deteriorado, incapaz de proveer suficientemente las necesidades del país, lo cual ha conllevado un nivel crítico de decrecimiento económico, han provocado que Venezuela se encuentre ante un terrible proceso inflacionario conocido con el nombre de ESTANFLACION”.
En estas circunstancias, la población venezolana – en general – está siendo afectada por la pérdida de valor del signo monetario en forma continua, es decir, una devaluación que no tiene fin, lo cual conlleva a la angustia y desesperanza del pueblo, el cual no es capaz de satisfacer con sus ingresos sus prioritarias necesidades de alimentación, medicina y bienes de primera necesidad. Cada aumento salarial agudiza este proceso estanflacionario ya que ese aumento de liquidez en el economía frente desaceleración de la producción de bienes, conlleva a niveles exageradamente elevados de inflación, lo que termina causando el empobrecimiento continuo y acentuado de la población.
Frente a esta terrible situación Venezuela clama Justicia y los venezolanos alzamos nuestra voz reclamando el derecho que tenemos al bien común, a la dignidad personal y al rescate de nuestras libertades económicas, sociales y de libre expresión. No está permitido cruzarnos de brazo. Ahora más que nunca debemos caminar hacia adelante, luchar por nuestros principios constitucionales y rescatar nuestra patria.
Fotos Cortesía
4 comentarios
Me parece muy bueno el articulo. Es la realidad venezolana.
Gracias por leernos, apreciamos sus comentarios.
Excelente articulo, y la triste realidad de Venezuela. La lucha es necesaria para no perder a Venezuela para siempre.
Gracias por leernos, para nosotros son muy importantes sus comentarios.