Por primera vez desde la presidencia de Ronald Reagan, un gabinete presidencial no incluye a latinos en las posiciones de más alto nivel entre los colaboradores del presidente Donald Trump, un mensaje que provocó decepción entre organizaciones hispanas del país.
Aunque la administración Trump espera colocar a latinos en alguno de los 5,000 puestos del gobierno federal, la decisión de excluir a hispanos con el talento y la experiencia necesaria para ocupar alguna de las carteras federales, fue recibida como un balde de agua fría por muchos latinos.
“Trump empezó su campaña atacando a la comunidad latina, así que realmente está es la culminación de la hostilidad que nos ha mostrado desde el primer día”, señaló el presidente del Latino Victory Fund, Cristóbal Alex, en un comentario que reflejó las expresiones de muchas organizaciones.
Para complicar la percepción de desinterés en la comunidad, la página de la Casa Blanca en español fue desmantelada temporalmente y hasta principios de la semana no había sido restablecida, aunque el nuevo portavoz presidencial Sean Spicer dejó en claro que estaban haciendo esfuerzos para reconstruirla tan pronto sea posible.
En cambio, la página en inglés de la Casa Blanca tenía listas desde el primero minuto después del mediodía del 20 de enero sus prioridades. Entre ellas, la cancelación de fondos federales para las ciudades “santuario”, la deportación de millones de inmigrantes indocumentados con antecedentes criminales y la construcción de un muro en la frontera con México.
Un día después, en el primer fin de semana de la presidencia de Trump, millones de personas marcharon en algunas de las más grandes ciudades de Estados Unidos, como Washington, Nueva York, Boston, Chicago y Los Ángeles, para reivindicar los derechos no sólo de las mujeres sino de todas las personas vulnerables, incluidos latinos y miembros de la comunidad LGBT.
Inicialmente el presidente Trump cuestionó a los manifestantes. “¿Por qué esta gente no vota?”, escribió en su cuenta personal de Twitter. Poco después corrigió el rumbo: “Las protestas pacíficas son un sello de nuestra democracia. Aún si no coincido, reconozco los derechos de la gente a expresar su punto de vista”, escribió.
La interrogante presidencial es pertinente, especialmente para los millones de ciudadanos que no salieron a votar el 8 de noviembre y para los más de 8 millones de residentes legales permanentes que han optado por no hacerse ciudadanos. El desenlace de la elección confirma que el voto cuenta y aquellos que no votan dejan que otros decidan por ellos.
A todo el país le conviene que el presidente Donald Trump tenga éxito, de la misma forma que al nuevo gobierno le convienen gobernar para todos, no sólo para quienes votaron a favor del ganador. La unidad es deseable para remontar los retos de la globalización y de sociedades que reclaman soluciones prontas a sus problemas, así como aceptar que la diversidad es la mayor fortaleza, no la debilidad de Estados Unidos.
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