Es tradicional que cada ciclo electoral en Estados Unidos sea bautizado como una elección histórica. Lo fue sin duda en 2008 cuando llegó a la Casa Blanca el primer presidente afro americano, Barack Obama. Y lo serán las elecciones del 2016 si se elige lo mismo a la primera mujer presidenta o al primer presidente sin experiencia política.
Pero las elecciones del 8 de noviembre pueden ser trascendentes por otros motivos, no sólo porque definirán un curso distintivo de la nación para más de 300 millones de personas por los próximos años, dadas las diferencias entre dos plataformas diametralmente distintas en la mayoría de temas de la agenda nacional.
Los planteamientos de los dos candidatos presidenciales predominantes no podían ser más divergentes en asuntos como la reforma migratoria, el control de armas, el aborto, la seguridad nacional y la política exterior. Sólo hay convergencias en la necesidad de conseguir y modernizar los acuerdos de libre comercio para que sean de utilidad al país y los trabajadores.
Pero los comicios también definirán más de un centenar de iniciativas locales que tienen el potencial de moldear no sólo la política migratoria o la seguridad nacional, sino también, el contorno de nuestras comunidades y de las instituciones del país.
Es importante tener en cuenta que las elecciones no sólo renovarán a la Cámara de Representantes sino también una parte del Senado, 12 gubernaturas y legislaturas estatales, sino también a miles de funcionarios que buscan cargos de elección popular.
En total se votarán 5,915 puestos legislativos en 86 cámaras de 44 estados. En el Congreso federal existe expectativa sobre si los demócratas ganarán de 4 a 5 escaños para recuperar el control del Senado o 30 para ganar la Cámara Baja.
A nivel nacional se votarán además cientos de iniciativas, algunas de las cuales son de una relevancia especial para las minorías.
Los electores de California, el estado más poblado del país, así como de Arizona, Maine, Massachusetts, Maine y Nevada, decidirán por ejemplo si legalizan en consumo de la marihuana con fines recreativos. Actualmente un 5% de la población estadounidense vive en estados donde su consumo es tolerado, pero la cifra puede brincar al 25% si es aprobada en los 5 estados.
Los residentes de la capital estadounidense, el llamado Distrito de Columbia, votarán en un referendo si su Consejo pide al Congreso federal designarlo el estado número 51 de la Unión Americana. Encuestas muestran que dos terceras partes de los 700,000 capitalinos reclaman no sólo voz sino también voto en el Capitolio, así como soberanía en el uso de sus ingresos.
Con la multiplicidad de cargos de elección popular, referendos e iniciativas en juego sobra decir que la participación entusiasta de la comunidad latina es fundamental. No podemos ser simples espectadores del curso del país ni dejar que otros decidan por nosotros. Es verdad, nuestro voto es nuestra voz. No podemos quedarnos callados ante una elección histórica.
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