El cerco financiero contra el gobierno de Venezuela se estrecha y eso podría tener graves consecuencias para la economía del país y para la crisis política.
El presidente Nicolás Maduro esperaba las sanciones financieras de Estados Unidos tras una serie de medidas individuales contra altos funcionarios, incluido él mismo.
Este viernes, el presidente Donald Trump fue más allá contra lo que denomina «la dictadura» en Venezuela y con la intención, según el inquilino de la Casa Blanca, de «restablecer la democracia» en el país sudamericano.
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«La nueva medida del presidente prohíbe realizar transacciones con títulos de deuda y acciones emitidos por el gobierno venezolano y su compañía petrolera estatal » (Pdvsa), se lee en el comunicado de la Casa Blanca.
Eso supone un torpedo en la línea de flotación financiera de un país que consigue con la exportación de petróleo 96 de cada 100 dólares en divisas y que debido a la necesidad de importar alimentos, medicinas y bienes de primera necesidad, tiene una gran dependencia del sector exterior.
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Eso se ha agudizado en los últimos años. La caída de los precios del barril en los mercados internacionales y de la productividad del sector petrolero interno y de otros son algunas de las razones que explican la grave crisis económica de un país que, pese a tener las mayores reservas de crudo del mundo, sufre un elevada inflación y escasez de productos básicos porque el Estado dispone de menos recursos para importarlos.
En enero, el presidente Maduro admitió en 2016 una caída de importaciones del más de 50% respecto a 2015.
La dependencia externa aumenta porque Venezuela tiene muchos compromisos de deuda, a la que recurre para obtener financiación.
Impacto
De acuerdo al comunicado de la Casa Blanca, la orden ejecutiva de Trump «también prohíbe las transacciones con ciertos bonos existentes que pertenecen al sector público venezolano, así como los pagos de dividendos al gobierno de Venezuela».
Por ello, las sanciones tendrán un gran impacto en la economía del país.
Y así lo admitió Maduro. «Afectan gravemente y hieren a la economía en plena fase de recuperación», dijo el presidente, que afirmó, sin embargo, que al país no le faltará nada.
«La mayor parte del sistema financiero mundial tiene actividades en Estados Unidos, por lo que el Estado venezolano va a tener muy difícil lograr nuevo financiamiento o vender nuevos activos», explicó a BBC Mundo el economista venezolano Alejandro Grisanti, experto en deuda.
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Grisanti señaló que se le dificultarán al gobierno los inminentes pagos de los bonos que vencen en dos meses, pero afirmó que, sobre todo, las sanciones de Estados Unidos ponen al Ejecutivo en una disyuntiva: «Pagar la deuda externa o importar más alimentos y medicinas».
Desde la misma izquierda se ha puesto en duda que un gobierno socialista privilegie el pago de los compromisos financieros por encima de satisfacer demandas que podrían calmar un clima social hostil hacia el Ejecutivo.
Ese clima lo ha capitalizado en los últimos meses la oposición, que no sólo culpa al gobierno de la crisis económica, sino que lo acusa de ser una «dictadura». Las recientes protestas antigubernamentales dejaron más de 120 muertes.
«El país que más paga deuda externa»
Maduro presume de que Venezuela es un puntual pagador de su deuda.
«Somos el país per cápita que más ha pagado deuda externa», dijo recientemente al cifrar en US$65.000 millones los pagos en los dos últimos años.
«Hemos cumplido hasta con el último centavo de dólar», repitió este viernes.
Maduro considera como parte de la «guerra económica» que sufre su gobierno desde el exterior el hecho de que a pesar de los pagos, la deuda venezolana siga siendo vista como de alto riesgo, algo a lo que contribuye la situación económica general del país.
Ese riesgo hace que los bonos venezolanos sean muy cotizados por los inversionistas porque dan una alta rentabilidad.
«La mala gestión económica de Maduro y la dilapidación de los activos del país han llevado a que Venezuela esté incluso más próxima a la suspensión de pagos», expresó la Casa Blanca este viernes.
Un default o suspensión de pagos sería fatal para un país que transporta petróleo en barcos por las aguas de todo el mundo.
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Para evitarlo, la Casa Blanca señaló que los funcionarios venezolanos «están apelando a mecanismos de financiamiento muy poco transparentes y liquidando los activos del país a valores de liquidación».
Esos «valores de liquidación» son los que provocaron la furia de la oposición en el mes de mayo cuando Goldman Sachs compró US$2.800 millones en bonos de la petrolera estatal PDVSA al Banco Central de Venezuela. El banco inversor estadounidense pagó apenas US$865 millones por una deuda que vence en 2022.
La oposición denuncia que el gobierno malvende activos del país para conseguir flujo de caja. Y asegura que, si llega al gobierno, no reconocerá una deuda que no está aprobada por el Parlamento, de mayoría opositora.
Desde hace tres semanas, sin embargo, la nueva Asamblea Constituyente, controlada por el oficialismo y desconocida por una gran número de países, tiene poderes absolutos, incluido el de aprobar nuevo financiamiento.
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Goldman Sachs tuvo que responder a la polémica para resguardar su imagen. Y este mes, Credit Suisse Group, otro gran banco inversor, anunció que prohibía la compra y venta de ciertos bonos venezolanos por el riesgo de que ese dinero ayude a financiar violaciones de derechos humanos, tal y como argumenta la oposición.
¿Soluciones?
¿Qué puede hacer ahora el gobierno de Maduro?
«Yo tengo preparado un conjunto de decisiones y medidas para defendernos de bloqueo comercial, petrolero y financiero que va a decretar Donald Trump contra Venezuela. Así lo anuncio. Estamos preparados», dijo el presidente esta semana usando el término «bloqueo», el que ha empleado su aliada Cuba para referirse durante décadas al embargo económico y comercial de Estados Unidos a la isla.
Entre las consecuencias derivadas de las sanciones podría estar que PDVSA no pueda repatriar los dividendos que genera su filial estadounidense Citgo. «Practicamente Trump ha decretado el cierre de Citgo», dijo el presidente.
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Maduro, de momento, no dio detalles sobre las medidas con las que responderá para protegerse. Tampoco la Asamblea Constituyente, que en las tres semanas que lleva instalada aún no tomó ninguna decisión económica.
La solución pasaría por recurrir a los pocos grandes socios que le quedan a Venezuela: China y Rusia. «Venezuela no está sola», dijo Maduro sin mencionar a sus aliados tradicionales.
El jueves, el portal digital venezolano «El Estímulo» informó de que el gobierno venezolano ha propuesto al chino «la creación de un fondo binacional que se encargue de comprar a descuento bonos de la deuda».
«Venezuela le pagaría a China con bonos de mayor duración y con vencimiento más lejano. Es una manera de diferir los pagos», explicó el experto Grisanti, que recordó que la propuesta ya se ha hecho otras veces, pero que el gigante asiático es renuente a incrementar su riesgo en Venezuela.
Luego está Rusia, un país de mucha menor capacidad financiera que China.
A principios de mes, la petrolera rusa Rosneft, gran aliada de PDVSA, dijo que le había adelantado el pago de US$6.000 millones a su socia, pero que no tenía intención de hacer más anticipos de efectivo.
Escenarios peligrosos
Maduro admite que las sanciones financieras se harán sentir, pero que buscará evitar el impacto en la población.
Con menos acceso a dólares, el Ejecutivo venezolano deberá elegir aún con más precisión en qué invertirlos. Si no paga la deuda, se asomará el fantasma del default. Pero si aumenta el desabastecimiento de productos básicos, crecerá la tensión social.
Dos escenarios peligrosos para Maduro como consecuencia de la creciente presión de Trump.