Por quinta ocasión consecutiva en el actual año fiscal, el Congreso de Estados Unidos deberá aprobar una resolución temporal del presupuesto para evitar el riesgo de una parálisis del gobierno federal, dejando pendiente la solución a la situación de 690,000 Dreamers, las discrepancias en el gasto de las fuerzas armadas y la ayuda por desastres naturales, entre otros importantes asuntos.
Es una grave muestra de impericia o incompetencia cuando ni el poder ejecutivo y ni el legislativo logran forjar acuerdos políticos fundamentales para una de sus grandes responsabilidades: aprobar un presupuesto que corresponda a la importancia de temas tan vitales como la seguridad nacional.
Aparte de las diferencias legítimas entre Republicanos y Demócratas sobre el nivel de gasto en defensa, es indudable que la Casa Blanca ha enturbiado las posibilidades de un acuerdo por su decisión de condicionar un arreglo sobre DACA al dinero para el muro, la imposición de limitaciones a la migración legal y el fin de la lotería de visas.
Dos propuestas de ley, impulsadas en la Cámara de Representantes y en el Senado por republicanos moderados y demócratas buscan un punto intermedio: alivio para DACA a cambio de recursos para seguridad en la frontera y un análisis que determine si el muro es necesario para lograr el control operativo de la frontera para 2020. Ni la migración legal ni la lotería de visas son parte del plan.
Pero la respuesta del presidente fue contundente: sin dinero para el muro cualquier propuesta es un “desperdicio de tiempo”. Bajo estas circunstancias,un arreglo sobre DACA es prácticamente imposible esta semana.
Las crisis políticas crónicas en Washington y el afán por usar a los latinos como fichas de sus jaloneos políticos tienen sin embargo un antídoto potencial: la participación política y electoral de la comunidad hispana en proporciones que correspondan a su peso demográfico.
Actualmente solo poco más de una treintena de hispanos ocupan asientos en la Cámara de Representantes y sólo tres en el Senado. Para tener paridad política y demográfica debería haber al menos 70 Representantes y 17 senadores latinos en el Congreso federal.
Las elecciones de noviembre están a la vuelta de la esquina. El estancamiento político de Washington es un inmejorable recordatorio de la urgencia de hacerse ciudadanos, registrarse a votar y acudir a las urnas. Sólo con más políticos que defiendan nuestros intereses, podemos esperar que los asuntos de nuestra mayor importancia reciban la alta prioridad que se merecen.
Para más información visita
www.laredhispana.org