Ha concluido junio y, con este, el Mes del Orgullo LGBTQ+. Fueron cuatro semanas en las que se celebró la diversidad, se abogó por la inclusión y se promovió el respeto de los derechos de todas las personas, independientemente de su orientación, género o sexo.
Bajo la coordinación de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, el Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME), los consulados de México en los Estados Unidos y, desde luego, la Embajada mexicana en Washington, trabajaron en un esfuerzo conjunto. Por ejemplo, se llevó a cabo el “Primer Encuentro de Comunidades Mexicanas LGBTQ+ en el Exterior”, un evento virtual organizado por el IME, con la participación de organizaciones de todo el país. Hubo talleres, sesiones informativas y seminarios sobre Salud, Activismo, Educación, Finanzas y Protección Consular.
Todos los consulados de México en Estados Unidos participaron de manera activa en sus redes sociales, promoviendo la campaña #ZonaSegura y realizando actividades de manera individual, uniéndose a los desfiles -como el Capital Pride D.C., en Washington-, organizando exposiciones multiculturales, seminarios y otros muchos eventos.
¿Cuál es la razón detrás de todo este esfuerzo? La razón es que necesitamos un espacio sólido de tolerancia para la comunidad mexicana y latinoamericana. Un espacio en el que todas las personas quepamos y nos sintamos parte de una misma comunidad, parte de un mismo país, parte de un mismo equipo, porque solo en equipo podremos enfrentar con eficacia los retos que como sociedad tenemos delante.
En la Sección Consular de la Embajada de México soñamos con una comunidad mexicana e hispana en donde nadie tenga miedo. ¡Y vaya que la comunidad migrante sabe lo que es vivir con miedo! Creemos que nadie merece vivir con miedo. Y nadie es nadie.
Recuerdo lo que me dijo hace poco una pareja del mismo sexo que acudió a nuestra oficina consular a contraer matrimonio bajo las leyes mexicanas. Pidieron a todos sus invitados no difundir fotos en redes, porque en el pueblo de donde son, las personas homosexuales son víctimas de burla, de acoso, de lesiones y, a veces, de linchamiento. No queremos una comunidad en donde ocurran estas cosas.
No queremos ver a ninguna persona con miedo a salir del clóset. Más aún: queremos una comunidad en donde ni siquiera haya que entrar al clóset. Un país libre, respetuoso y sin clósets. Una comunidad en la que desterremos de una vez por todas la violencia -dentro y fuera de casa- en todas sus formas, incluyendo esos gritos homófobos que una parte de la afición mexicana le dirige a los porteros rivales en los partidos de soccer.
Si una broma ofende a una persona o grupo de personas, ya no es broma, es ofensa, es violencia. La expresión homófoba, además de anti deportiva, nos divide, porque una gran parte de la afición no estamos de acuerdo con ella. Y un equipo dividido, es un equipo perdedor.
Es tiempo de abandonar todas las referencias hirientes, sexistas, clasistas y racistas. Ésa del fútbol soccer y todas las demás, porque el machismo en una sociedad desigual, desafortunadamente, ha generado una amplia colección.
Por eso en todos los consulados de México, a la entrada, te encontrarás un gran letrero que dice: “Zona Segura”. Ese es el lugar donde queremos estar: un lugar seguro para nosotros, para nuestros hermanos, para nuestras hijas, para nuestras parejas.
El mes del Orgullo fue más, mucho más, que un desfile. Ya lo dijo don Benito Juárez desde el siglo XIX: “El respeto al derecho ajeno es la paz”. Y no todos hicieron caso. Pero nunca es tarde para reconocerlo, para construir puentes y para respetar.
El Orgullo es un llamado a entender que la orientación sexual no es una preferencia personal. El Orgullo es un llamado a dejar de juzgar a las personas por su orientación o por su apariencia física. Es un llamado al respeto y también a entender que la diversidad, la inclusión y la tolerancia nos hacen fuertes como país, como sociedad, como comunidad y como equipo.
Rafael Laveaga
Jefe de la Sección Consular de la Embajada de México en Estados Unidos.