Nacido en la población de Agua Negra, en el estado Yaracuy de Venezuela, Melvin Mora conquistó la fama al destacarse como tercera base de los Orioles de Baltimore, donde jugó entre 2000 y 2009.
El 25 de agosto tuvo el honor de recibir un pase al Salón de la Fama de este equipo, hecho que lo embarga de orgullo y satisfacción. Inteligente, altruista, simpático, familiar y muy latino, el pelotero es un ejemplo de que la constancia y dedicación triunfan donde quiera, pero sus frutos no son nada si no se tiene corazón y raíces.
En esta entrevista, conocimos algunos de los atributos que lo hicieron merecer el reconocimiento de la crítica y los fanáticos.
¿Cómo te sientes con este reconocimiento que te han hecho al incluírte en el Hall de la Fama de los Orioles?
Es difícil describirlo porque es muy emotivo. Nosotros nunca nos esperamos nada de esto cuando somos niños, cuando lo que hacemos es jugar pelota y hacer deporte, no pensamos llegar a la cúspide y mucho menos ponernos esa chaqueta verde y hablar frente a 30 mil personas. Es algo demasiado grande.
¿Cómo te sentiste al hablarle a toda esa gente, con las emociones a flor de piel?
Yo no se. No es lo mismo jugar y declarar a los medios de comunicación sobre aspectos de tu juego, que dirigirte a una multitud porque estas anunciando tu retiro y expresando tu agradecimiento. Es totalmente diferente, y yo creo que para uno lo mas importante son los fanáticos que me han apoyado, y agradezco que por lo menos me saliera la voz en ese momento para darles las gracias.
Me imagino que esa posición debe ser algo que te paraliza de la emoción…
Claro, te paraliza. Te tranca, ver a tu familia allí, a tus hijos, a la gente que te quiere y te aprecia de verdad, llorando porque piensan que estas saliendo del beisbol, pero no, yo apenas estoy entrando al beisbol. Y uno no quiere ni mirarles la cara porque si lo haces no puedes seguir hablando.
¿Cómo es eso de que estás entrando al beisbol?
Ahora es cuando comienzo en el beisbol, porque cuando uno llega al Salón de la Fama estás entrando apenas.
Entras a la inmortalidad
Exactamente.
DISCIPLINA Y PRÁCTICA (intertítulo)
¿Cómo llegaste a ese nivel? Desde el momento en que comienzas a jugar beisbol en Venezuela hasta que llegas a las ligas mayores, y de allí a un Hall de la Fama, es una gran evolución. ¿Cómo lo lograste?
Para tu llegar a Grandes Ligas tienes que pasar muchos traumas, como lo llamo yo. Las ligas menores, ser roukie, la clase A, Doble A, Triple A, para después ver si te seleccionan para Grandes Ligas, y estamos hablando de 400 peloteros de los que son seleccionados 40, y en otro filtro 25 y luego 9. Estar entre los primeros 3, 4 o 5 es algo grandísimo para cualquier pelotero. Ya cuando pasas todas esas pruebas todavía te falta ser titular en un equipo, y es entonces cuando tu carrera empieza a florecer.
¿Qué cualidades crees que tienes para haber podido pasar ese proceso y establecerte, y alcanzar el éxito como tú lo hiciste?
Yo creo que la consistencia, la disciplina, la forma de jugar. Todo eso tiene que estar entrelazado en este deporte. Si no tienes consistencia no puedes lograr lo que quieres, porque se trata de practicar, practicar y practicar, la misma rutina, hasta llegar al nivel que quieres alcanzar.
¿Y qué pasa cuando te duele el cuerpo, te sientes mal física o emocionalmente?
Nada. Tomate una pastilla y dale pa’lante. Aquí no es para quedarse en casa, si te duele la rodilla aún tienes que ir. Esto no es para cry babys, sino para ir a resolver, estes enfermo, cojo, con gripe o fiebre. Tienes que entrar al campo y jugar, porque te están pagando por eso.
Si no hubieses sido deportista, ¿qué habrías hecho con tu vida?
Yo creo que habría seguido estudiando y sembrar, que es lo que más me gusta, y construir, y pescar…
¿Cómo fue que te involucraste en el beisbol?
No se. Yo de pequeño jugaba era futbol. Un amigo un día me vio corriendo en un campo de futbol y dijo, si tu corres así imagínate cuando toques la bola y llegues a primera. Y así fue, me midieron la velocidad y me introdujeron en el beisbol, aunque no sabia batear. Pero seguí practicando, y entusiasmándome más y enamorándome de la pelota, hasta que llegó el momento en que reventé con mi bateo.
EL HOGAR TODAVÍA ES DULCE (intertítulo)
¿Cómo fue ese momento cuando te dijeron, te vienes para Estados Unidos a jugar?
¿Tu conoces esa canción de Sergio Vargas?, que dice:
Madre mía deja de llorar
que muy pronto quiero regresar
Voy en busca de mi porvenir
y una casita linda para ti.
Me partía el alma cada vez que yo escuchaba esa canción, porque era la primera vez que salía fuera de mi país por tanto tiempo, no me acostumbraba…
¿Cómo te enfrentaste al inglés?
Con respecto a esto tengo una anécdota. Un día Richard Hidalgo (otro beisbolista venezolano) y yo, fuimos a comprar comida en un supermercado y ninguno de los dos hablaba ingles. Encontramos un letrero que decía “5% off”, pero nosotros entendimos que decía que todo costaba cinco dólares, así que llenamos el carrito, y cuando llegamos a la caja la cuenta daba 400$, y nosotros sólo llevábamos 100. Así que tuvimos que devolver la mayoría de las cosas. Y ahí fue cuando me tocó aprender inglés a juro.
¿Hoy en día si dominas el idioma?
Lo suficiente para hacer la tarea con los niños.
¿Te estableciste totalmente en USA?
Si. Estoy aquí desde los 16, ahora tengo 42.
¿Te gusta Baltimore? ¿Te reconocen en la calle?
Si, me gusta mucho. La gente es muy amable. Me reconocen muchísimo. Una vez estaba en el supermercado, y escuchaba cómo dos hablaban entre ellos, uno se preguntaban si de verdad era yo y el otro contestaba que no creía que yo anduviera por allí comprando comida en un supermercado. Entonces me presenté. Les dije: Hola me llamo Melvin, tengo seis hijos y necesitan su leche. Quedaron sorprendidos.
Aunque en general la gente aquí es un poco más distante. En Venezuela te saludan como a un amigo más, y hasta te regañan si el día anterior hiciste una mala jugada.
¿Y qué extrañas de tu tierra?
Todo. Desde la forma de caminar por los manantiales hasta quitarme los zapatos y llenarme de barro. Eso es único.
¿Qué parte de ese mundo de Melvin Mora, el muchacho de Yaracuy, te trajiste a USA?
Yo me traje mi molino de maíz para hacer cachapas, y mi budare para hacer las arepas. No me puedo olvidar de mis raíces y cultura. Y mis hijos, aunque nacieron aquí, comen arepas todos los días. Y el que las hace soy yo, que soy el que cocino en mi casa.
Y con todas tus actividades, ¿en qué momento lo haces?
Yo trato de balancear mi tiempo para estar con mis hijos. Porque no es la cantidad sino la cualidad.
¿Te consideras buen padre?
No buen padre, yo creo que soy buen amigo, porque antes que ser padre tienes que ser amigo.
¿Qué estas haciendo en estos momentos?
Ahora estoy en conversaciones para concretar un proyecto de crear una academia en Aruba, que estaría dirigida a llevar a niños de Venezuela y otros países de Latinoamérica que tengan talento para el beisbol, y darles la oportunidad para que aprendan y se desarrollen, y entren en contacto con los scouts de los equipos de aquí.