La noticia cayó como un balde de agua fría durante la última jornada de la segunda Conferencia sobre Prosperidad y Seguridad para Centroamérica celebrada la semana pasada en Washington: la administración se estudia un nuevo plan para separar familias migrantes, en este caso a uno de los segmentos de la población más vulnerables, los extranjeros solicitantes de asilo político.
El plan de “Opción Binaria” pondría a las familias de refugiados potenciales en un predicamento imposible después de los primeros 20 días de detención: permanecer unidos por meses o años a lo largo del proceso de desahogo judicial de su solicitud, o permitir que sus hijos sean llevados a un albergue para que familiares guardianes tomen su custodia.
La primicia fue publicada en la página electrónica de The Washington Post minutos antes del fin de foro sobre Prosperidad y Seguridad. La secretaria de Seguridad Interna declinó responder a los periodistas aún en lo que se suponía sería una rueda de prensa. Pero su oficina dejó en claro que examina un “abanico” de opciones para proteger las fronteras del país. Vaya manera de celebrar el Mes de la Herencia Hispana.
Que el presidente Trump se sienta frustrado por la imposibilidad de congelar los flujos migratorios desde Centroamérica, es entendible. Sólo en agosto aumentó casi en 40% el número de familias migrantes acusadas de ingresar ilegalmente al país y una caravana de más de 1,500 migrantes se encuentra en ruta desde Honduras hasta la frontera sur de Estados Unidos.
Pero su plan de “Opción Binaria” no tiene una lógica humanitaria, sino todo lo contrario. Y el hecho de que se haya reportado que el arquitecto de la iniciativa es su cercano asesor Steven Miller, confirma que se trata de otro proyecto draconiano de línea dura que busca cortejar y alentar al núcleo más duro de votantes republicanos, a sólo días de las elecciones del 6 de noviembre.
No es casualidad que durante sus últimas apariciones de proselitismo en varios estados, Trump recurra a expresiones sexistas (como su parodia de Christine Blasey Ford, la acusadora del juez Brett Kavanaugh) y regrese a su mensaje simplista salpicado de chivos expiatorios, como el muro. Son expresiones de que perciben un potencial descalabro electoral en noviembre.
Encuestas muestran de manera unánime que los demócratas aventajan a los republicanos no sólo en las encuestas genéricas, sino también en las 69 carreras electorales más competitivas, que podrían definir el control de la Cámara de Representantes. Pero la ventaja es pequeña y cualquier voto puede hacer la diferencia.
Aquí lo más paradójico. Una encuesta de Político sugiere que el ánimo de participación electoral de los latinos es anémico. Solo 55% de los hispanos planea votar. Es un indicador dramático de que no hemos aprendido la lección, que mientras no votemos los políticos seguirán atacándonos como comunidad sin pagar un costo electoral.
Por José López Zamorano
Para La Red Hispana
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