Baltimore, MD. Feb. 22, 2024.
La mesa redonda empezó con una oración: «Dios, ayúdanos a unificar este increíble movimiento que se ha expandido por el mundo», rezó el presidente de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) de EE.UU., Matt Schapp.
«Vamos a proteger nuestros valores, nuestra libertad y nuestros derechos divinos», apuntó Schapp, frente a 20 de representantes de la ultraderecha de varios países del mundo, incluyendo Japón, Argentina, Reino Unido y Australia, que se reunirán con sus aliados estadounidenses en los próximos días a las afueras de Washington durante la convención anual de la CPAC.
A modo de un macrofestival político, en la CPAC, que se extiende por poco menos de una semana, convergen legisladores, analistas, blogueros, cabilderos, activistas y funcionarios de dentro y fuera de EEUU.
La conferencia inaugural sirvió para lo que los líderes llamaron la «diplomacia global» y la internacionalización de la ultraderecha, en un panel donde participaron figuras como el político británico Nigel Farage, la ministra de Seguridad de Argentina Patricia Bullrich o el politólogo húngaro Miklos Szantho.
Los políticos hablaron duramente en contra de la migración e intercambiaron ideas para luchar contra el «Estado Profundo», un concepto conspiranoico popularizado por Trump para señalar a una supuesta maquinaria que controla el Estado en las sombras.
Estuvo Steve Bannon, el principal ideólogo del movimiento que catapultó al expresidente Donald Trump a la Casa Blanca y quien ha servido de asesor a figuras políticas de la extrema derecha en Europa y Asia.
Este encuentro, subrayó Bannon, de 70 años, sirve precisamente como un escenario para dar «muerte al globalismo» y para unir a movimientos «nacionalistas y populistas» en distintos países.
El exasesor de Trump argumentó que estos movimientos se posicionarán como una «solución» en el futuro cuando los gobiernos occidentales «caigan» ante una inflexión económica, la presión de los conflictos en Ucrania e Israel y el aumento en la migración, que calificó de «invasión».
Estas ideas antiinmigración y la defensa de una «identidad nacional» fueron replicadas por las demás figuras políticas que participaron en el evento y recibidas con vítores por el público.
Tras aprobar a viva voz una serie de comunicados «comunes» dieron apoyo a Israel y a los expresidentes Donald Trump y el brasileño, Jair Bolsonaro.
Fuente: EFE
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