Desde que Rusia comunicó la decisión de realizar una operación militar en el este de Ucrania, tomó por sorpresa a la comunidad internacional. El objetivo de Putin era tomar el control especialmente de la capital, Kiev, pero no contaba con la fuerte resistencia ucraniana y como en todo conflicto o invasión, los sucesos suelen ser tardíos y devastadores para los involucrados.
En este caso, tanto el pueblo ucraniano como el ruso las padecen, para nadie es un secreto que al Kremlin le gustaría ejercer su influencia en las naciones que fueron parte de las URSS. su movimiento en Ucrania ocurre por diversos motivos:
Una de las razones por la cual invadió, fue el impedir que hubiera bases militares de la OTAN cerca de su frontera porque significaba tener influencia norteamericana en el país vecino, esto no le convenía y lo consideraba una amenaza. otra razón es tener acceso al mar negro por motivos estratégicos y comerciales, por ende, en 2014 invadió la península de Crimea, sin olvidar el conflicto ucraniano que han generado las repúblicas de lugansk y donetsk.
El Presidente ucraniano Zelensky ha querido formar alianzas con occidente esperanzado de ser parte de la OTAN, pero no logró el objetivo, Rusia actuó más rápido y el hecho de dicha organización enfrentarse con Rusia no era la mejor decisión pero no porque no pudieran al contrario, podría provocar una guerra abierta y en el peor de los casos la nuclear.
Los organismos internacionales han tomado la tarea de aplicar acciones contundentes ante un conflicto y en este caso lo mejor que podían hacer era presionar a Putin con las típicas sanciones económicas, que en vez de afectar al mandatario perjudica más a la población rusa.
Esta invasión ha provocado un gran número de pérdidas para ambas naciones, resumiéndose en refugiados, fallecidos tanto militares como en civiles y grandes perdidas económicas.
Por Silvia Fernández
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