Una de las más difíciles tareas de la paternidad es encausar a los hijos a encontrar esa pasión en sus vidas que los impulse a conseguir sus metas y a identificar esas fuentes de inspiración que sirvan como modelo para una vida productiva y enriquecedora, no solo como personas, sino como miembros de su comunidad y de su país.
Para muchos, la búsqueda vocacional fue un laberinto de confusión, un proceso agravado por la falta de una guía para orientarnos en uno de los momentos más difíciles de la definición de nuestro futuro personal, familiar y profesional. Y a lo largo del camino muchas veces añoramos la ausencia de un soporte para alentarnos con su experiencia, sabiduría y consejos.
Un reciente estudio de la Universidad de Harvard, realizado a lo largo de 75 años, encontró que el principal factor que define la felicidad y la realización personal, no es ni la riqueza ni la fama, sino la fortaleza de las relaciones con nuestra familia, con nuestros amigos y con nuestra comunidad.
La clave de nuestro éxito como individuos y como seres sociables es pues tener a nuestro alcance a alguien que nos escuche, con quien podamos conectarnos emocionalmente y con quien podamos contar, en las buenas y en las malas.
Por motivos de mi profesión, tuve la fortuna de conocer los puntos de vista de latinas y latinos jóvenes que estudian la carrera de la enfermería, la mayoría mujeres, y fue motivo de orgullo conocer su profunda vocación de servir al prójimo, en especial su pasión por atender a aquellos en una situación de mayor vulnerabilidad, como nuestros enfermos o inválidos.
“Para mí la carrera de enfermería es como un vehículo, es una manera para que yo pueda tener una oportunidad de entregar y regalar algo a la sociedad y a la humanidad”, comentó una de las
jóvenes, que participa como mentor en un nuevo programa de la Asociación Nacional de Enfermeras Hispanas (NAHN).
Esos mismos jóvenes, muchos de los cuales se graduaron pese a duras condiciones adversas -‐-‐ limitaciones económicas y falta de soporte, recursos o becas están ahora dedicando su vida, su tiempo y sus conocimientos no solo a hacer la diferencia en la vida de sus pacientes, sino como mentores de estudiantes de enfermería que comparten su misma pasión y vocación de servicio.
“La enfermería me da la oportunidad de estar presente con las personas en momentos muy importantes y delicados de su vida. Para mi es simplemente un honor, un privilegio, ser invitada a la vida de las personas en esos momentos”, comentó otra joven que recién completó exitosamente sus estudios.
Es un orgullo saber que en las nuevas generaciones de latinas y latinos existe una profunda vocación de servicio y que cuentan no sólo con una profesión para dejar una huella en la vida de los más necesitados, sino con la generosidad de compartir su experiencia para inspirar, guiar y orientar. Con estos ejemplos vivientes de empeño y altruismo estoy absolutamente seguro que un mejor futuro para nuestra comunidad está aún por venir.
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