Con bombo y platillo, la Oficina del Censo sacó a la luz pública una ambiciosa campaña educativa y de acercamiento a todas las personas que residen en los Estados Unidos a fin de que participen en el Censo 2020 que tendrá lugar el primero de abril en los 50 estados del país.
Se trata quizás del ejercicio de conteo poblacional que ha recibido la mayor atención de la historia moderna y no necesariamente por buenas razones. La administración Trump intentó incluir la pregunta sobre ciudadanía que no formaba parte del Censo desde la primera mitad del siglo pasado.
Aunque la Suprema Corte frenó la iniciativa de la administración Trump, más de un activista denunció el intento como un ejercicio político de intimidación para atemorizar a la comunidad de inmigrantes y disuadir su participación en el Censo. A la distancia, todo parece indicar que los activistas tenían razón.
Antes de lanzar la campaña educativa, que tendrá un costo de 500 millones de dólares, se realizaron meticulosas investigaciones para identificar cuáles eran las principales preocupaciones de las diásporas raciales y étnicas de Estados Unidos. En el caso de la comunidad hispana, una es la preocupación central: si su información sería compartida con las autoridades migratorias.
Tuve una oportunidad de estar en la ceremonia de lanzamiento de la campaña y los mensajes publicitarios son altamente profesionales y persuasivos. El lema de la campaña es claro y sugestivo: “Dale Forma a Tu Futuro”. Me parece atinado porque no sólo basta eliminar la confianza, sino darles a las personas una razón positiva para hacerse contar.
Los beneficios del Censo son muchos, pero quiero destacar un dato clave: alrededor de 675,000 millones de dólares del presupuesto federal son distribuidos en los condados de los Estados Unidos a partir del conteo del Censo. Estamos hablando de cosas tangibles y concretas como escuelas, clínicas, carreteras o servicios de emergencia.
No es descabellado visualizar al Censo como una lotería billonaria donde nuestra participación nos abre la oportunidad de recibir una rebanada del pastel, que se traduce en mejoras para nuestras comunidades y nuestras familias, es decir para nuestro futuro colectivo en los Estados Unidos.
Así que es el momento de dejar a un lado la desconfianza y hacerse contar este primero de abril. Miles de organizaciones de defensa de las minorías participan en este esfuerzo. Son las mismas organizaciones confiables que han luchado de la mano en las grandes causas de las comunidades más vulnerables.
Por teléfono, por correo o en línea, es el momento de hacernos contar. Como dice uno de los mensajes, es el momento de darle la bienvenida a la posibilidad de un futuro donde todos contemos por igual.
Por José López Zamorano
Para La Red Hispana