Desde el fin de semana, las redes se hicieron eco de las opiniones a favor o en contra de la situación protagonizada por el actor Will Smith, quien abofeteó al presentador de la ceremonia de los Premios Oscar, Chris Rock, luego de que este hiciera un chiste desafortunado sobre la calvicie de la esposa de Smith, Jada Pinkett.
Comencemos por el hecho que originó todo. Tal vez se podría pensar que la broma no estuvo bien pues el humor no debería basarse en temas personales o familiares ni mucho menos en la apariencia de una persona.
Ahora bien, la reacción de Smith podría calificarse como desproporcionada pues sabemos que se trata de una persona con mucho trabajo pendiente de gestión de ira o rabia contenida y bajo ninguna circunstancia puede justificarse la violencia.
Considero que Smith desaprovechó una excelente oportunidad para ponerse de pie, tomar el micrófono y utilizar su influencia para aleccionar acerca de los límites que debe tener el humor o la falta de empatía que se demuestra cuando lo “gracioso” se basa en una característica particular.
O tal vez a Smith le hizo falta intentar, desde su fuerza serena (uno de los principios que promovemos en el liderazgo bambú), ser capaz de lidiar incluso con agresiones como las de Rock, apelando a su buen sentido del humor y contrarrestar la broma usando el sarcasmo sagrado.
Para el resto de nosotros, la invitación es a no responder con violencia, incluso ante aquellas provocaciones que pueden ser humillantes, pues el liderazgo de Jesús de Nazareth o de Nelson Mandela está basado en el perdón. Solo ese liderazgo puede hacer de este mundo el lugar en donde respetamos a los otros y en donde podamos entender que todos merecemos una coexistencia pacífica.
De hecho, al momento de la redacción de esta nota, la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas emitió un comunicado en el que no aprueba la violencia de ninguna forma.
Pero vamos más allá, lo más triste de todo este episodio es que la mayoría de los medios de comunicación, en lugar de estar festejando a los ganadores y celebrar el buen cine, se han dedicado a hablar de esta penosa situación.
Sin embargo, siempre hay espacio para la toma de consciencia. Una publicación en las redes sociales de Smith le permitió reivindicarse al pedir disculpas a Rock, a la academia y a sus colegas del mundo del cine por el episodio definiéndose a sí mismo como “un trabajo en proceso”.
Celebro la capacidad para reflexionar y mostrarse vulnerable ante un comportamiento del cual no se siente orgulloso y rescato una frase de su texto en la que hace referencia a que “no hay lugar para la violencia en un mundo de amor y bondad”.
Sigue el trabajo Will. Todos tenemos tarea pendiente.
Por Ismael Cala
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Periodista, escritor, productor, presentador de radio y televisión.