Más de 600.000 personas han salido en la noche de este domingo espontáneamente a las calles de las principales ciudades de Israel para protestar por la destitución del ministro de Defensa, Yoav Gallant, defenestrado tras defender una suspensión de la tramitación de la polémica reforma judicial. La legislación, cuyos aspectos más polémicos ya avanzan en la Knéset (Parlamento israelí), ha provocado las mayores protestas de la historia de Israel.
En Jerusalén los manifestantes han comenzado a marchar desde la vivienda del primer ministro Benjamin Netanyahu, en la calle Gaza, hacia la Knesset o Parlamento israelí y la residencia oficial del primer ministro. La Policía ha empleado cañones de agua contra los manifestantes concentrados ante la vivienda de Netanyahu.
En Tel Aviv los manifestantes han cortado el cruce de Kaplan y han ocupado de nuevo la autopista Ayalon, escenario habitual de enfrentamientos entre activistas y policías. Mientras, algunos medios citan fuentes del partido Likud de Netanyahu que aseguran que se están planteando «pausar» la tramitación de la reforma.
Así, Israel está sumido en su mayor crisis constitucional desde su fundación en 1948 desde que el nuevo gobierno de Benjamín Netanyahu anunciara su plan de reforma judicial, que busca mermar la independencia de la Justicia y aumentar el control del Ejecutivo sobre la misma.
El Gobierno alega que el Tribunal Supremo históricamente se ha inmiscuido demasiado en asuntos políticos, por lo que es necesario poner un límite a esos poderes; mientras que los detractores de la reforma aducen que un poder judicial independiente es vital para la salud democrática del país, donde los poderes legislativo y ejecutivo suelen fundirse al ser siempre la coalición gobernante quien acapara la mayoría parlamentaria, con poder casi absoluto para imponer leyes.
La reforma en sí busca incrementar el poder de los parlamentarios sobre el de los magistrados, lo que, según sus detractores, pone en peligro el carácter democrático del Estado.
La reforma ha suscitado críticas dentro y fuera del país. El principal aliado de Israel, Estados Unidos, ha expresado su «preocupación» por la reforma. Netanyahu, que hasta ahora había mantenido un perfil bajo sobre este tema, anunció el jueves que iba a hacer avanzar la reforma, pero que haría todo lo posible para «alcanzar una solución» aceptable, tanto para los partidarios como para los críticos del proyecto.
La justicia israelí advirtió al primer ministro de que no puede intervenir en el proceso de adopción del cambio legislativo, ya que sería «ilegal».
Fuente: con información de Vozpópuli y La República
Crédito fotos: EFE y AFP