Por primera vez en siete años, la tasa de natalidad en los Estados Unidos ha registrado un repunte. Y esas son buenas noticias… hasta cierto punto.
De acuerdo con un nuevo Reporte del Centro Nacional de Estadísticas de Salud de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la tasa promedio de natalidad aumentó 1% en relación con 2020, con el nacimiento de 3,659,289 bebés.
Si se analizan los grupos raciales y étnicos del país, la tasa de natalidad aumentó 2% para las mujeres hispanas y las blancas no-hispanas. Pero descendió 2.4% y 2.5% respectivamente para el caso de las mujeres negras y asiáticas, y un 3.2% en el caso de las nativas americanas.
Los estudiosos del crecimiento de la población, los demógrafos, llevan años preocupados por el estancamiento en las tasas de natalidad de Estados Unidos: un país que es incapaz de regenerar a su población, es decir a su mano de obra, está destinado al colapso económico tarde o temprano. Si a eso sumamos políticas migratorias restrictivas, estamos frente a una tormenta demográfica perfecta.
Aunque un incremento promedio de la tasa de natalidad parece a primera vista una buena noticia, la realidad es que puede ser una anomalía provocada en parte por la incertidumbre de la pandemia del COVID-19 y hasta por el temor al calentamiento global, de acuerdo con los resultados de un sondeo realizado por el prestigioso Centro de Investigación Pew.
Una proporción creciente de adultos estadounidenses que aún no son padres dijeron en una reciente encuesta que es poco probable que alguna vez tengan hijos, y sus razones van desde simplemente no querer tenerlos, hasta preocupaciones sobre el cambio climático y el medio ambiente.
Alrededor del 44 % de las personas que no son padres y tienen entre 18 y 49 años dicen que no es muy probable que tengan hijos algún día, un aumento de 7 puntos porcentuales con respecto al 37 % en 2018. Más aún: el 74% de los adultos menores de 50 años que ya son padres dicen que es poco probable que tengan más hijos, prácticamente sin cambios desde 2018, según Pew.
Lo preocupante, al menos desde un punto de vista demográfico, es que la mayoría de adultos (56%) que no planean tener hijos es por una razón muy sencilla: simplemente no los quieren. Para el resto (43%), existen otras razones: Médicas, financieras, falta de pareja, edad, situación global, etc.
Si es correcta la apreciación en el sentido de que este repunte de la tasa de natalidad es pasajero, se trata de una razón inmejorable para recalibrar las políticas migratorias de Estados Unidos: El país requiere de sangre nueva, de mano de obra fresca. Es un gran argumento para defender una política migratoria más generosa y digna desde un punto de vista de seguridad nacional y seguridad económica. ¿Lo entenderán en el Congreso?
Por José López Zamorano
Para La Red Hispana
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