El papa Francisco abandonó el hospital Gemelli de Roma, el pasado sábado, en el que permanecía ingresado desde el miércoles a causa de una bronquitis y a su salida, preguntado por su estado de salud, respondió entre risas: “Estoy todavía vivo”.
Tras recibir el alta, el pontífice argentino abandonó el hospital a las 10:20 horas locales (08.20 GMT) a bordo de un utilitario y, a su salida, llegó a bajar al coche ayudado por un bastón, para saludar a los fieles y agradecer a los periodistas que han informado sobre su salud.
Antes de salir del hospital, Francisco se despidió del rector de la Universidad Católica, Franco Anelli; del director general del Gemelli, Marco Elefanti; el asistente eclesiástico de la Universidad, monseñor Claudio Giuliodori, y el equipo médico y de enfermeros que lo han asistido.
El portavoz de la Santa Sede, Matteo Bruni, ya había anunciado el viernes que Francisco saldría el sábado del hospital con el beneplácito de los médicos que lo atendieron.
Francisco fue ingresado el pasado miércoles a causa de una bronquitis de base infecciosa, por lo que se le aplicó un tratamiento de antibióticos en infusión, por vía intravenosa.
Ya desde el primer día hospitalizado su salud constató una “mejoría”, tal y como aclaró Bruni por entonces.
Francisco ha permanecido en un apartamento de uso exclusivo de los papas en el Gemelli, inaugurado en tiempos de Juan Pablo II, y en estos días de convalecencia ha leído periódicos, ha rezado en su capilla e incluso cenó pizza acompañado por algunos médicos y colaboradores.