Por: Dra. Nancy Álvarez:
Criar un adolescente es bregar con un rebelde a la clara o pasivo. El joven adolece de ser hombre, pero también de ser niño. Está buscando su identidad, está en crisis. Tiene que tomar decisiones muy importantes. Sufre cambios fuertes, por las hormonas que se empiezan a desarrollar. El niño está sumamente rebelde, aunque a veces se lo calla. Empieza a cuestionar todo lo que papá y mamá le enseñaron. Los reyes de los adolescentes son sus amigos. Comienza la sexualidad, la masturbación, los enamoramientos y los problemas.
Como bien decía mi mamá, “muchacho chiquito, problema chiquito, muchacho grande, problema grande”. Si usted tiene un embarazo en la adolescencia, será caótico. Por ello, hay que educar sexualmente a los niños. No espere a que las hormonas estén revueltas para comenzar la educación sexual, porque ya será demasiado tarde.
Esto creará conflictos en el niño, en un ambiente muy sexual. Hay hipersexualidad en el mundo, y muchos mensajes confusos en las redes y en la televisión. Y, tristemente, de instituciones como la ONU, con teorías locas que confunden a niños y adolescentes. Les dicen que “ser bisexual es lo normal”, les enseñan que hoy pueden sentir que le gustan los hombres, y mañana que las mujeres.
Y aquí sí voy a hacer un paréntesis: ¿usted puede mantener un hijo si se embaraza? ¿Puede ser responsable de un niño, económica y emocionalmente? Es entonces una irresponsabilidad tener relaciones sexuales con penetración, en una edad con consecuencias. ¿Qué demonios va a hacer con su vida? Casi siempre, su futuro se pone en la cuerda floja. Sus estudios se van lejos. La mayoría de los hijos de adolescentes nunca terminan una carrera, porque sus padres tampoco la terminan. Nunca logran metas, porque tienen que ocuparse de su hijo. Si los abuelos asumen la responsabilidad, usted aprende a ser un sinvergüenza. Y el niño sabrá que usted nunca lo quiso, porque no lo crio. Hay que empezar por educar sexualmente, con tiempo, y no a encontrarse con el problema.
Al adolescente, escúchelo y trate de comprenderlo. Es importante que no le imponga creencias. Trate de entender las suyas y, con mucha inteligencia, explíquele en las que no tiene razón, y por qué. Trate de conocer a los amigos de sus hijos, porque ellos van a ser muy importantes. Jamás le pegue a un adolescente, y mucho menos delante de alguien. Un adolescente es casi un adulto. Y si no se le debe pegar un niño, mucho menos a un pichón de adulto, porque ahí usted estará firmando lo peor: que su hijo se aleje y no le cuente lo que está pasando. Entonces, empezarán a aparecer problemas serios como droga, sexo y un gran etcétera. Buena suerte. La va a necesitar.