POR DRA. NANCY ÁLVAREZ
En nuestro show “Desiguales”, de Univisión, hablábamos sobre la pérdida
de un hijo, que es la más grande que un ser humano puede tener. Si a usted
le sucede, eso va a marcarlo para toda la vida, porque se supone que
nosotros muramos primero que nuestros hijos.
En el caso de las mujeres, el vínculo comienza desde el vientre. Eso es muy
importante. Un hijo es parte suya, es un vínculo que no se puede romper.
Diríamos que se puede aprender a vivir con la pérdida, pero jamás se va a
superar totalmente. Hay que buscar ayuda psicológica, comunicarse,
escribirle cartas despidiéndose de él. Por ejemplo, el modelo de carta que
tengo en mi libro “Amarse no es suficiente”.
Entonces, tenga mucho cuidado. No sueñe que usted solo va a poder.
Busque apoyo. Hable, escriba sobre eso y siga luchando. Lo veo mucho en
Estados Unidos: padres a los que les han arrebatado hijos, de diferentes
edades, en matanzas que son el pan nuestro de cada día. Ellos se han
pasado el resto de sus días luchando para que se haga algo. Y nadie hace
nada. Al menos, no lo que de verdad hace falta para parar este tipo de
barbarie en las escuelas.
Todo duelo es difícil. Estoy hablando del más difícil. También el de la
pareja, sobre todo si era una buena y duraron mucho tiempo juntos. Cuando
es buena, como la mía, se convierte en otra parte de ti, es donde te refugias.
Cuando todo va mal, es el que te escucha, tu mejor amigo o amiga, la
persona que te da sexo, cariño, afecto y ternura.
Es muy difícil superar la muerte de una pareja y, sobre todo, estar listo para
dar el paso y buscar a otro algo diferente. Pasa con los hijos, porque ningún
hijo puede sustituir a otro. Usted puede tener muchos hijos o uno solo. Ahí
será peor, porque a veces los otros le permiten superarlo un poco más.
Usted se da cuenta de que se está medio olvidando de los otros cuando está
sumida o sumido en ese dolor.
Pero, cuando no hay otro hijo o nietos, es un vacío enorme. Por eso, ámelos
disfrútelos y pídale a Dios que, sobre todo sus hijos, nunca se vayan antes
que usted. Yo todos los días lo pido por mi hija. Dios te bendiga, Estefanía.