Con más de 6 millones de contagios de COVID-19 y más de 183,000 muertes en Estados Unidos, que colocan al país como el más afectado del mundo, una vacuna es vista por grandes porciones de la sociedad como una fuente de esperanza para contener el virus, reducir la mortalidad y acelerar el retorno a una normalidad productiva que permita una recuperación del empleo, los ingresos, la prosperidad y hasta el equilibrio emocional.
Lamentablemente la vacuna está siendo manoseada con fines político-electorales. El presidente Donald Trump ha asegurado que es optimista que la vacuna estará lista (coincidentemente) alrededor de las elecciones del 3 de noviembre, a pesar de que ninguno de los proyectos biomédicos en Estados Unidos ha completado la fase de pruebas clínicas.
Aunque esfuerzos biomédicos prometedores en otros países, como el proyecto de México y Argentina, apuntan en la dirección de la posible disponibilidad de una vacuna contra el COVID-19 para el próximo año, la realidad es que tampoco han sido aprobadas y se desconoce su posible impacto a nivel masivo.
Pero aún asumiendo que la vacuna esté disponible para el primer semestre del próximo año, han surgido datos preocupantes de que las minorías afroamericana y latina, se resistirían por desconfianza a aplicarse la vacuna, a pesar de que tenga claros beneficios terapéuticos, ya sea para evitar el contagio, o para evitar síntomas extremos.
Entre la comunidad latina, sólo 37% de los hispanos se aplicará la vacuna una vez que esté disponible, otro 37% no está seguro y un 23% está convencido de que no lo hará, de acuerdo con una encuesta de The Associated Press-NORC divulgada en mayo pasado. Las cifras son aún más desalentadoras para la comunidad afroamericana: sólo un 25% se aplicaría la vacuna y un 40% no lo haría por ningún motivo.
Aún cuando las cifras son mejores entre los blancos no-hispanos, toda vez que el 56% si se aplicaría la vacuna, comparado con un 16% que no lo haría, es claro que el tema de la vacunación puede convertirse en un problema mayor de salud pública a menos que sea posible concientizar a grandes segmentos de la población estadounidense de que vacunarse está en su beneficio personal y en el beneficio de todos.
Increíblemente, el tema de la vacunación contra el COVID-19 tiene ciertos rasgos ideológicos, toda vez que es más probable que las personas que se identifican como demócratas se apliquen la vacuna, con un 62%, comparado con aquellas que se identifican como republicanas, con un 43%. De manera singular, sólo un 31% de los que se definen como independientes se aplicará la vacuna.
Las cifras llaman la atención porque existe una abrumadora proporción de la población de Estados Unidos, de casi el 80%, que considera la vacuna como un factor importante para la reapertura de las actividades productivas y los negocios.
Es urgente por lo tanto una masiva campaña de concientización pública sobre la importancia vital y la seguridad de la vacunación, como un elemento esencial y una de las grandes esperanzas para atajar los contagios, las muertes, el sufrimiento… y regresar a la normalidad que todos anhelamos.
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Por José López Zamorano
Para La Red Hispana