La ola de movilizaciones estudiantiles en un creciente número de universidades de Estados Unidos, en protesta por las acciones de Israel, se ha vuelto un dolor de cabeza para el presidente Joe Biden.
Con matices, los estudiantes buscan que sus instituciones se distancien de empresas o donantes ligados con Israel o que se beneficien de la guerra en Medio Oriente. También piden una amnistía para los cientos de estudiantes arrestados en las manifestaciones.
Hasta el momento, las instituciones universitarias han rechazado las demandas y han solicitado la intervención de la fuerza pública.
Pero la respuesta ha tenido el efecto opuesto: han radicalizado a los estudiantes y expandido al movimiento a más campus universitarios en los Estados Unidos.
Al momento de escribir estas líneas, decenas de estudiantes de la Universidad de Columbia, en Nueva York, se encontraban atrincherados en Hamilton Hall, sin un horizonte claro para una solución.
Las movilizaciones estudiantiles forman parte de una larga tradición de activismo político en las universidades de Estados Unidos.
A partir de 1964, estudiantes de la Universidad de California Berkeley, protestaron por las limitaciones impuestas a las actividades políticas y la libertad de expresión durante la guerra de Vietnam y el movimiento de derechos civiles.
Pero el nuevo tsunami de protestas que abarca a decenas de universidades ha sido opacado por expresiones antisemitas inaceptables.
Desde la Casa Blanca se observa detenidamente y con preocupación el desarrollo de las manifestaciones toda vez que desde octubre se ha debilitado el apoyo al presidente Biden entre jóvenes universitarios y sectores progresistas, ante la percepción de que no ha hecho lo suficiente para intentar frenar la represalia de Israel contra los palestinos.
El presidente Biden ha ejecutado un cuidadoso ejercicio de malabarismo político que probablemente no ha satisfecho a ninguna de las partes. “Condeno las protestas antisemitas. Por eso he creado un programa para abordarlo. También condeno a quienes no entienden lo que está pasando con los palestinos”, dijo Biden.
El secretario de Estado Anthony Blinken fue encomendado con la misión de viajar a la región para buscar un cese al fuego temporal, de por lo menos 6 semanas de duración. Si tiene éxito, su esfuerzo podría tener impacto en el desarrollo y la intensidad de las protestas.
El derecho a la libertad de expresión está consagrado en la Primera Enmienda de la Constitución y ha sido ganado con sangre en la historia de los Estados Unidos.
Pero no debe ser manchado con acciones que pisoteen los derechos de otros o que alienten el odio racial o la intolerancia. Es deber de todos cuidar que eso no ocurra.
Por José López Zamorano
Para La Red Hispana
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