Los Juegos Olímpicos de Tokio concluyeron como ya es tradición, con la agotadora prueba del Maratón de 42 km. Como es requerido en todas las pruebas de dichos juegos, así como ocurre o debería ocurrir en cualquier evento competitivo (bien sea comicios electorales, certámenes de belleza, concursos musicales, elecciones a rector de una universidad o actividades deportivas, etc.), los participantes deben cumplir ciertos reglamentos o normas para que con su debida inclusión en la prueba, si se desarrolla esta de manera imparcial, justa y honesta, permita seleccionar a los mejores, los más capaces, los más competentes.
Así de esta manera, todos los atletas luego de una exhaustiva preparación y habiendo cumplido satisfactoriamente las marcas o tiempos exigidos por el comité olímpico a través de la federación deportiva de cada país, se encontraban entusiasmados y eufóricos en el punto de partida, ese día domingo 8 de agosto de 2021; todos habían obtenido honradamente su puesto o cupo en la competencia, todos menos uno quien logro inexplicablemente su pase sin haber logrado la marca mínima exigida, deshonrando así el juramento que hicieron los atletas el día de la inauguración de los juegos:
“Prometemos participar en estos Juegos Olímpicos respetando y cumpliendo las reglas y con el espíritu del juego limpio, la inclusión y la igualdad. Juntos somos solidarios y nos comprometemos con el deporte, sin dopaje, sin trampas, sin ningún tipo de discriminación”
Para contar con un clima más favorable característico de la zona, la prueba fue prevista realizarla en la región de Sapporo (temperatura promedio de 17 °C), distante 1000 km. de la ciudad de Tokio sede donde se desarrollaría el resto de los juegos; sin embargo una cosa es lo que el hombre propone y lo que Dios dispone y ese día del maratón, las calles de Sapporo amanecieron calientes (28°C) y con mucha humedad lo que motivó a la deserción de muchos corredores durante la prueba.
Como obtuvo este personaje su cupo en la prueba?; el cuento es el siguiente: debía participar en el maratón de Dresde, Alemania, el 14 de Marzo de 2021 para tratar de obtener la marca reglamentaria y así, representar a su país en la prueba olímpica; se puso de acuerdo con un amigo maratonista con mejores tiempos que los suyos para que lo acompañara, le marcara el paso y le sirviera de estímulo; cuenta que el dia de la carrera en Dresde, amaneció con dolencias en las piernas y desistió de correr; su amigo dice que justo antes de la carrera cuando estaba calentando, perdió el bolso con su identificación para participar y para no perder el viaje, su inversión y el entrenamiento que había realizado, decidieron entre ambos que el amigo corriera con su número (un fraude a todas luces), realizando un tiempo de 2h. 17’ y 45”; asi de esta manera, este personaje de marras entró en la competencia olímpica con un tiempo prestado que resultó ser récord nacional para su país.
Cuando todo este asunto se descubrió, el amigo fue suspendido por 2 años de toda competencia por la federación de atletismo de su país, por haber cometido fraude mientras que el personaje en cuestión de una manera inexplicable, fue validado por la federación deportiva de su país quien se hizo la vista gorda de un hecho tan deplorable.
Reflexionando sobre este hecho me conecto de inmediato por su similitud, con la situación que ha venido ocurriendo en los últimos años en Venezuela con los procesos electorales. En cada uno de ellos los señalamientos por la mayoría de las personas que viven en Venezuela, los 6 millones de venezolanos que han tenido que emigrar y las diferentes organizaciones nacionales e internacionales, se han referido a que el factor común en estos procesos, ha sido la desigualdad, la manipulación, las amenazas, la ventaja, la falta de imparcialidad y transparencia, en fin, todo tipo de trampas habidas y por haber.
Todos hemos visto como:
– Se han inhabilitado, llevados a la cárcel, obligados a salir del país bajo amenazas y persecuciones, a candidatos con alto chance de ganar.
– Alta desigualdad en una publicidad desproporcionada de parte de las instituciones de gobierno.
– Cierres de medios de comunicación opositores.
– Participación bajo presión en actos públicos a empleados de gobierno para hacer proselitismo político.
– Actos de violencia y ataques por bandas pagadas para amedrentar a los electores el día de las elecciones.
– Movilización de la hora de cierre de los comicios a discreción de las autoridades.
– Falta de imparcialidad en el ente Rector que se hace la vista gorda permitiendo todos los atropellos de las autoridades de gobierno.
– Manipulación del registro electoral y actas electorales así como el manejo discrecional de la data de los centros de identificación por parte de ciudadanos cubanos al servicio del gobierno.
– Impedimento para votar a los seis millones de venezolanos que han huido del país.
– Fuerza militar y policial parcializada que impide la movilización de las manifestaciones opositoras y deja pasar las contrarias.
A todas luces, una competencia desleal donde unos sin ningún escrúpulo, actúan fraudulentamente, mientras que a los oponentes no les queda otra que participar con enormes desventajas.
Al igual que al corredor amigo, al gobierno le han caído un buen número de sanciones y actuando como si fueran merecedores del cargo que ocupan, tal cual corredor fraudulento, se han valido de su dominio comunicacional y sus argucias comunistoides, tratando sin conseguirlo, de hacer creer a la masa popular, a la gente más necesitada, que la mala situación económica, política y social del país es por culpa de las sanciones y no por su pésima gestión y corrupción desbordada ya institucionalizadas mucho antes de las mencionadas sanciones.
En una entrevista que le hicieron al corredor fraudulento justo antes del maratón, dijo entre otras cosas refiriéndose a sus paisanos: “quisiera agradecer su apoyo y ánimo que me han transmitido, siéntanse como si estuviesen compitiendo en Tokio 2020 y que parte de esta clasificación es de uds.”, un comportamiento lleno de cinismo que al igual que el de los otros, nos hace hervir la sangre.
El ganador del maratón hizo un tiempo de 2h, 8 min. y 38 seg.; a las 2h y 35 min. todos los corredores habían llegado a la meta menos este tramposo que llegó de último delante y protegido por la ambulancia, 9 minutos después, quedando claramente demostrada su participación deshonrosa en esta carrera.
Nosotros los ciudadanos de Venezuela, nuestro querido país, nos sentimos también deshonrados por el comportamiento de nuestros gobernantes (si se les aplicara un manifiesto similar al juramento olímpico quedarían automáticamente descalificados) habida cuenta de todas las terribles consecuencias que ha tenido su desempeño como algunas de las que a continuación se mencionan:
– Pérdida del valor de la moneda nacional por continuas devaluaciones
– Índice de inflación más elevado del mundo
– Servicios públicos: agua, luz, telefonía fija, transporte, gas doméstico, hospitales, en las mas pobres y ruinosas condiciones.
– Gestiones de documentación (cedulación, pasaportes) costosos y llenos de trabas para su obtención.
– Sueldo mínimo y pension de vejez (3 a 4 $ al mes) quizás el más bajo del mundo.
– Elevados índices de mortalidad infantil y otros grupos de ciudadanos, por escasez de insumos, deterioro de instalaciones y equipos y falta de personal calificado en los hospitales del sistema público de salud.
– Escasez de gasolina con colas interminables sobretodo en el interior del país luego de ser uno de los países mayores productores de petróleo del mundo antes de las sanciones y ahora, dependiente de las importaciones.
– Alto índice de criminalidad en el país entre los mayores del mundo.
– Miles de empresas arruinadas y cerradas por la situación económica del país, provocando un aumento considerable del índice de desempleo.
– Promedio de menor edad en el continente de niñas embarazadas debido a los altos índices de pobreza y mínimas posibilidades de educación formal.
– Diáspora de un 20 % de la población, buena parte de ella de profesionales valiosos para el desarrollo del país, lo que ha ocasionado la destrucción del núcleo sentimental y emocional de muchas familias.
Sin temor a equivocarnos podríamos decir que si se hicieran unas competencias electorales limpias y transparentes en Venezuela, estos personajes conseguirían a duras penas el 10 % de los votos.
Su desempeño ha sido tan negativo que tal como se dice en el argot hípico popular cuando un caballo hace una carrera muy mala, los narradores darían el orden completo de llegada y terminarían diciendo : y los candidatos del gobierno llegan de úúúúltimo lejos, detrás de la ambulancia y no adelante como el corredor tramposo.
Por José Antonio Limardo V.