La polémica decisión de la Suprema Corte de Justicia de excluir al factor racial como una de las consideraciones para la admisión a universidades develó nuevamente las profundas divisiones de Estados Unidos en temas sociales.
Un sondeo de la cadena ABC muestra que un 52% de los adultos estadounidenses respaldó el fallo, comparado con 32% que se opuso.
Las divisiones se extienden a lo largo de líneas raciales: La mayor parte de blancos no-hispanos y asiáticos estuvieron de acuerdo, los latinos están divididos por la mitad, mientras que 52% de los afroamericanos rechazó el dictamen del máximo tribunal.
El argumento central del presidente de la Corte, el juez John Roberts es que un estudiante debe ser tratado en función de sus experiencias como individuo, no en función de la raza”.
En su opinión, los programas de admisión de Harvard y Carolina del Norte, así como de otras universidades han concluido erróneamente, que la identidad de un individuo no son los desafíos superados, las habilidades desarrolladas o las lecciones aprendidas, sino el color de su piel. Como era de esperarse, Donald Trump y Ron DeSantis le aplaudieron a Roberts.
En la otra esquina, para los detractores de la medida, es obvio que la decisión de los 6 jueces conservadores de la Corte Suprema profundiza la inequidad en el acceso a la educación superior y coloca a los estudiantes hispanos y afroamericanos en clara desventaja frente a otros grupos étnicos y raciales.
La única magistrada de origen hispano del tribunal Sonia Sotomayor, quien es ella misma producto de los resultados de la acción afirmativa dejó en claro que el fallo exacerba la segregación y subvierte la garantía constitucional de igual protección, al afianzar aún más la desigualdad racial en la educación.
En mi opinión, el fallo de la Corte refleja la miopía de los magistrados conservadores para entender que la mayoría de los estudiantes que provienen de las minorías fueron educados en sistemas locales educativos carentes de recursos, por corresponder a códigos postales donde el ingreso de las familias determina la calidad de la experiencia educativa.
Para muestra un botón: Tanto las academias del ejército, la Marina y de la Fuerza Aérea practican explícitamente la acción afirmativa en sus programas de admisión, lo cual ha resultado en mayor diversidad dentro de las fuerzas armadas de Estados Unidos.
Molesto por el fallo, el presidente Biden instruyó al Departamento de Educación para que analice qué prácticas ayudan a construir cuerpos estudiantiles más inclusivos y diversos y qué prácticas frenan eso, como las admisiones heredadas. También dejó en claro que los colegios y universidades deben continuar con su compromiso de apoyar, retener y graduar a estudiantes diversos.
Es cierto que el fallo de la corte dejó abierta una puerta: la raza pueda ser considerada siempre y cuando sea un factor en la experiencia vital de un solicitante de ingreso a una universidad, es decir si el origen étnico o racial de un estudiante lo ayudó a formar su carácter o aspiraciones. Y eso se debe plasmar en los ensayos de ingreso.
Estados Unidos ya tuvo su primer presidente afroamericano y esperemos que no pasen muchos años antes de qué tenga a una presidenta o presidente latino. Mientras tanto es importante recordarle a la corte y a las instituciones de educación superior que la discriminación todavía existen en este país y que es responsabilidad de todos aliviar, no profundizar, la inequidad social.
Por José López Zamorano
Para La Red Hispana
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