Dondequiera que observemos, el mensaje es el mismo: la Ansiedad es la epidemia de nuestra era. Los números en sí cuentan una historia sombría: los casos diagnosticados de desórdenes de ansiedad van en aumento: 1.200% a lo largo de las últimas tres décadas y afectan a tantos como a 117 millones de americanos. Sin embargo, tal vez aún más preocupante sea la evidencia anecdótica. En todo el país, los profesionales de la salud mental informan que están abrumados con los clientes que revelan que sus nervios les han dejado devastados. Los grandes acontecimientos políticos – y por supuesto las últimas elecciones presidenciales fueron uno de los más grandes – traen consigo un nuevo ángulo en la ansiedad; pero a medida que estos acontecimientos van quedando en el pasado, la ansiedad no disminuye. En su lugar, algún otro elemento viene a remontarla a nuevas alturas.
La paradoja de la ansiedad.
Algunos comentaristas asumen que el incremento en la ansiedad es una respuesta natural a lo que está sucediendo en el mundo: Terrorismo, inestabilidad económica, conflicto interminable en el Medio Oriente, y un presidente polémico en la Casa Blanca. Sin embargo, si ampliamos nuestra perspectiva, las cosas pueden lucir muy diferentes. En los años 80, cuando la ansiedad era una fracción de lo que es hoy, la gente tenía causas genuinas para preocuparse de poder ser inmolados en una guerra nuclear con la Unión Soviética. Los agentes de espionaje rusos pudieron o no haber alterado nuestras elecciones; Brezhnev casi lanza un ataque nuclear preventivo contra China. El legado de la intervención estadounidense en el Oriente Medio no es bonito, pero pocos temen genuinamente que puedan ser reclutados como millones lo fueron para las guerras en Europa, Corea y Vietnam. Mucha gente perdió hasta la camisa después de la crisis crediticia, pero en la década de 1970 la inflación arrasó con los ahorros de una generación y en la década de 1930 una cuarta parte de la nación estaba desempleada. En resumen, las cosas hoy están lejos de ser perfectas, pero podrían ser mucho peores, y a menudo, en el pasado, así lo fueron.
Algunos teóricos, en consecuencia, se van al extremo opuesto y alegan que nuestros asuntos de ansiedad pueden en realidad ser causados por nuestros niveles sin precedentes históricos de riqueza y seguridad. Para ellos, la ansiedad es una enfermedad de riqueza. Otro síntoma de “afluencia”. Semejante argumento apela a nuestro apetito por paradoja e ironía. Sin embargo, la razón por la cual algo a veces parece paradójico es porque realmente no tiene sentido. Si el poseer riquezas y seguridad nos hace sentir miserables, entonces ¿por qué no trabajamos juntos para lograr una sociedad mas pobre y peligrosa? ¿Por qué los libros de autoayuda no nos aconsejan dejar nuestros empleos y vivir en un barrio bajo? Quizá el gobierno debiera eliminar sus programas antipobreza e implementar un programa pro-pobreza para hacer que la gente sea más feliz. Es fácil observar como esta línea de pensamiento nos conduce a una reducción al absurdo.
Ansiedad Útil.
Lo primero a tomar en cuenta acerca de la ansiedad es que todo el mundo la experimenta. La teoría evolutiva nos dice que todo lo que es común debe tener un propósito. Si la ansiedad fuera toda mala, entonces la selección natural la habría eliminado hace decenas de miles de años. No es difícil ver que la ansiedad puede ser útil. Si hay un tigre “Dientes de Sable” merodeando por la sabana, es una buena idea tomar precauciones. En un ambiente peligroso, el ser relajados y tranquilos podría ser la causa de que nos coman. En nuestro mundo, también, a menudo es útil sentirse estresado o nervioso. Si el futuro de su profesión va a ser sometido a una gran prueba la próxima semana, entonces una dosis saludable de estrés le dará el ímpetu para prepararse adecuadamente.
Sin embargo, como todos sabemos, demasiado estrés o ansiedad es lo opuesto a algo útil. Si no dormimos la noche anterior a la prueba, entonces los nervios nos pueden costar caro. En resumen, para que la ansiedad sea útil, tres condiciones aplican. En primer lugar, hay que preocuparse por algo que en realidad sea una amenaza o se perciba como tal. En segundo lugar, tiene que ser algo sobre lo que se tiene algún grado de control; y en tercer lugar, la cantidad de estrés o la ansiedad debe estar en el nivel en el que motiva, pero no abruma.
Con esto en mente, vale la pena reconsiderar las condiciones de la vida moderna. Mientras que la afluencia en sí misma es algo positivo, hay un montón de cosas acerca de nuestra sociedad que están diseñadas para afectar nuestros nervios.
Fuera de Lugar
Pensemos en el hombre típico de la historia. En muchos sentidos, su vida nos parece inimaginablemente aterradora. En un año cualquiera, una mala cosecha podía significar inanición. La enfermedad podía atacar en cualquier momento y, si lo hiciera, no había nada que hacer excepto orar. Había una muy buena probabilidad de que tuviera que enterrar al menos a uno de sus hijos, y una de diez probabilidades de que su esposa muriera en un parto. Probablemente no tenía acceso a un médico y, aunque así fuera, la medicina premoderna mató a igual número de los que salvó. Visto desde esta perspectiva, todo en la vida era incierto. Por otro lado, otras cosas eran muy fijas. La gran mayoría tenía sus ocupaciones fijas al nacer, e incluso aquellos que eligieron su oficio, no tuvieron que preocuparse de que las tendencias económicas volvieran obsoleto su trabajo. Nadie se consideraba un fracaso por no haberse superado en la escala social. Con pocas excepciones, la actividad cultural y religiosa cambiaba muy lentamente, si era que cambiaba. La gente no rechazaba los valores de sus padres y no le preocupaba que sus hijos pudieran rechazar los suyos. De hecho, la mayoría de la gente no era realmente consciente de tener una cultura en absoluto. Simplemente hacían lo que siempre habían hecho, que era lo que todo el mundo a su alrededor estaba haciendo también.
Así, en la vida premoderna, había una gran esfera de existencia que estaba totalmente fuera del control de cualquiera, y otra que parecía fija y eterna. En el medio de ambas, había algunas cosas por las que valía la pena preocuparse, como de si su vecino estaba conspirando para robar sus ovejas.
Si examinamos nuestro propio mundo, casi que lo cierto es lo contrario. Suceda lo que suceda, todos sabemos que tendremos suficiente para comer. Los accidentes ocurren, y cada uno es trágico, pero la realidad es que la gran mayoría logra vivir hasta la vejez. Por otro lado, tanto los cambios tecnológicos como los sociales hacen que otras áreas de la vida estén sujetas a una incertidumbre ilimitada, miedo constante y ansiedad excesiva. Sería temerario, de hecho, que alguien que este saliendo de la universidad pueda estar seguro de lo que va a hacer cuando se jubile. Lo único que sabemos con certeza acerca de cómo será la sociedad en treinta años es que no se verá como luce hoy.
Así que, tal vez no estamos equipados para lidiar con el rango de preocupaciones que el mundo que hemos creado nos presenta. Está bien documentado el hecho de que los animales exhiben síntomas de mala salud mental cuando son movidos de su hábitat natural y eso es esencialmente lo que nos hemos hecho a nosotros mismos.
Demasiada Información
Un problema relacionado con esto es la sobrecarga de información. Históricamente, la gente sabía muy poco acerca de lo que estaba pasando fuera de su área local. Tamerlane podía estar lanzándole residuos a Asia, pero un agricultor en Francia no tenía ni idea de ello. De hecho, apenas tenía idea de lo que pasaba en Francia y no le habría aportado ningún beneficio el averiguarlo. Luis XIV no estaba interesado en su opinión. Ahora, sin embargo, cada bomba, cada motín, cada batalla se proyecta directamente a su sala de estar y nuestra cultura exige que usted tenga una opinión sobre todo esto.
En el siglo XX, la gente lidió con la «ansiedad política», mediante el apoyo a movimientos políticos masivos que prometían un mundo mejor. En Estados Unidos, tuvimos el Nuevo Pacto, la Guerra contra la Pobreza y Mañana en América. El resto del mundo tenía otros movimientos, a menudo más peligrosos, incluyendo el Comunismo y el Fascismo. Muchos de estos movimientos hicieron mucho daño, y ninguno de ellos cumplió ni siquiera la mitad de sus promesas. Sin embargo, mientras tanto, proporcionaron a sus seguidores la sensación de que tenían todo bajo control y que, con las decisiones correctas, la historia podría movilizarse en la dirección adecuada.
En el siglo XXI, sin embargo, pocos de nosotros creemos en el poder de los movimientos políticos para cambiar el mundo. Nos han defraudado demasiadas veces. Los políticos, sin embargo, todavía necesitan votos y han encontrado una manera muy efectiva de lograr que nos convirtamos en votantes: El miedo. En 2016, alrededor de la mitad de los votantes dijeron a los encuestadores que votaban, no por lo que pensaban que haría su candidato, sino para detener al otro. La democracia, una vez un vehículo de esperanza (ciertamente falsa), se ha convertido en un motor para la ansiedad y el miedo.
¿Qué Hacer?
Así que, si aquí es donde estamos, ¿qué hacemos al respecto? La pregunta es más fácil de plantear que de responder. Nadie, y desde luego yo tampoco, tiene idea de cómo transformar nuestra economía en una que proporcione empleos estables de por vida. No podemos detener el cambio social, moral o tecnológico, y no está claro si quedaríamos satisfechos, de poder lograrlo. No podemos simplemente actuar como si la televisión no existiera y fingir que las pruebas de misiles nucleares de Corea del Norte no están sucediendo o que la discriminación no existe.
Sin embargo, mientras llegamos a una manera de evitar que la sociedad moderna sea semejante generador de ansiedad y miedo, hay un montón de cosas que podemos hacer para minimizar la propagación de la ansiedad mórbida. Los ejercicios de yoga, meditación y control mental son medios probados para disminuir el estrés y los niveles de ansiedad y promover el conocimiento de ellos podría generar un importante efecto calmante. Simplemente comer mejor, hacer ejercicio y llevar un estilo de vida balanceado también pueden tener un gran efecto de mejoramiento sobre la ansiedad. Dado que la obesidad es otra crisis de salud que se avecina, al promover una vida saludable podemos matar dos pájaros con una piedra. Además, el aceptar las diferencias y defender la igualdad de derechos también puede aliviar algunos de nuestros temores y ansiedades.
La Dra. Fabiana Franco es psicóloga, con práctica privada en la ciudad de Nueva York y Washington DC. Visite su sitio web haciendo clic aquí o visite su perfil aquí en Psychology Everywhere (Psicología en todas Partes).