Al día siguiente de la triste noticia sobre el fallecimiento de Vicente Fernández, el lunes 13 de diciembre, la oficina de Muriel Bowser, Alcaldesa de Washington, D.C., anunció un homenaje en honor del máximo exponente de la música ranchera. Fue un evento sencillo, pero de gran significado.
Allí, en la Plaza Cívica de Columbia Heights, lo mismo nos reunimos personas mexicanas, que salvadoreñas, hondureñas, guatemaltecas y ecuatorianas. Todas cantamos al unísono los temas que popularizó el Charro de Huentitán. Se escucharon las notas de El Rey; Mujeres Divinas; Volver, volver; México Lindo y Querido y muchas más.
Me sorprendió gratamente atestiguar el enorme poder de Vicente para unir a los pueblos, sin importar su nacionalidad o su origen social. Constaté, como lo dijo don Alejandro Carrasco en Radio América, que Vicente Fernández trasciende fronteras y generaciones. Fronteras porque es un cantante que se volvió universal. Generaciones, porque fue capaz de transmitir a las personas más jóvenes, el gusto por los grandes clásicos de la música ranchera, como José Alfredo Jiménez. Hoy, abuelos, hijos y nietos son parte de una misma “época musical” cuando se trata de rancheras. Y eso fue gracias a Vicente Fernández.
Para quienes vivimos fuera de nuestro país, las canciones de Vicente tienen un valor adicional: escucharlas nos hace sentir cerca de casa, cerca de todo lo nuestro, de nuestra familia, de nuestros amigos.
Se ha ido un hombre cuyo manejo y potencia de voz son irrepetibles. Sus conciertos, que duraban tres, cuatro y más horas, se volvieron legendarios. Nadie paraba de aplaudir y él no paraba de cantar. Y nadie se iba. Lleno total en el palenque, en el teatro, en el auditorio, en el estadio. Lleno total en el corazón de miles de almas latinoamericanas, que al escuchar en vivo la voz del Charro de Huentitán, sentían como si estuvieran hablando con un amigo que les entendía perfectamente.
Ese fue su nivel de cercanía con el público, en América Latina y en toda la comunidad hispana del mundo. Más de 300 canciones en su repertorio, casi 70 millones de discos vendidos y más de 30 películas filmadas. Su sencillez y calidad humana fueron parte de un invaluable legado, que permanecerá por siempre en nuestros corazones. Por eso “Chente” ha sido, es y seguirá siendo El Rey.
Rafael Laveaga
Jefe de la Sección Consular de la Embajada de México en Estados Unidos.