Gracias a la temprana incompetencia de mi páncreas, que hoy no dejo de agradecer, aprendí a escapar de las tentaciones del azúcar. Por eso puedo dar fe de que, aunque no es fácil, el esfuerzo vale la pena.
Todos tenemos un punto débil, para algunos no hay suculencia dulce más tentadora que un delicioso helado, o crema- de tres pisos-, otros no pueden resistirse ante un despiadado “dulce casero” y otros sucumben sin remordimientos ante las tentaciones del chocolate o los pastelillos de variados colores. Ni hablar de las deliciosas, frías y saborizadas sodas. Es comprensible. Por eso adentrarnos un poco en la cruda realidad quizás pueda ayudarnos a controlar la blanca amenaza, a consumirla con conciencia y a generar hábitos que puedan dejarle claro a los más pequeños, que siempre hay alternativas.
Para empezar, vale la pena recordar que línea y azúcar no van. Si su intención es mantener un peso saludable y un abdomen plano, el azúcar no está en la lista de sus aliados. Pero además, debe saber que el azúcar es uno de los peores enemigos de su corazón. Está bien documentado que el consumo excesivo de azucares aumenta los triglicéridos. Un estudio publicado en el Journal of the American Heart Association –Diario de la Asociación Americana del Corazón-, pone en nuestras manos evidencia que indica que el exceso de azúcar afecta el mecanismo de bombeo del corazón incrementando sus posibilidades de fallar. Mala noticia. Pero hay más: las leptinas. Un estudio publicado por la Asociación Psicológica Americana, revela que el consumo excesivo de fructosa está ligado a una condición conocida como “resistencia a las leptinas”, lo que en cristiano significa que la leptina, que es la hormona responsable de informarnos que ya comimos lo suficiente, no lo hace. Las consecuencias pueden llevarnos fácilmente a la obesidad. Otro estudio señala que la toxicidad generada por el consumo excesivo de fructosa y glucosa, es comparable a la que causa el etanol en el hígado y otro, que indica que el exceso de azúcar puede relacionarse con la pérdida de memoria y en general con el deterioro del funcionamiento de nuestra salud cognitiva.
En suma, la dulzura del azúcar que ha acompañado al hombre por cientos de años, es una amiga vieja pero traicionera. La más perseguida a estas alturas, es quizás, la de blanca pureza que parece ser la más dañina y la más usada en colaciones y preparados industriales.
Así que la recomendación, para aquellos que no pueden sacarla definitivamente de su dieta que sería lo mejor de lo mejor, es que la consuman cuidadosamente. Hay diversas alternativas en el mercado y recuerde revisar las etiquetas de los alimentos para controlar lo que consume. No es mala idea chequear sus niveles de glucosa y hacerle una visita a su nutricionista. Recuerde su salud está en sus manos.
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