Por primera vez en muchos ciclos electorales, la problemática migratoria está emergiendo como el principal tema de preocupación en la mente de los votantes.
Encuestas en las dos primeras etapas del calendario político electoral del 2024, las asambleas electorales de Iowa y las elecciones primarias de Nueva Hampshire confirmaron que la economía y los empleos quedaron desplazados a un segundo lugar.
Es claro que el bombardeo de imágenes televisivas con multitudes de migrantes atravesando el Río Bravo, o acampando en barrios urbanos de ciudades como New York, están alimentando la percepción entre muchos votantes de que la frontera está fuera de control y que las políticas de Joe Biden no están funcionando.
La mala noticia es que el ganador de las primarias es Donald Trump, quien propone resolver la problemática migratoria con medidas extremas, cómo sellar la frontera con México; ineficientes, como la construcción del muro; e inhumanas, cómo construir campos de concentración para realizar deportaciones masivas.
A finales del año pasado, cuando México relajó sus políticas de contención migratoria en la frontera sur, la situación empeoró. En diciembre se registraron más de 300,000 “encuentros” con inmigrantes indocumentados, la cifra más alta de la historia.
Fue necesaria una visita a México de los secretarios de Estado, Antony Blinken, y de seguridad nacional, Alejandro Mayorcas para restablecer los compromisos migratorios del gobierno mexicano. Es evidente que desde la Casa Blanca se entiende qué amortiguar el caos fronterizo es un tema de supervivencia política.
Y esta misma semana viajó también a México, una delegación bipartidista de legisladores de la Cámara de Representantes encabezada por el presidente del comité de asuntos exteriores, el republicano de Texas, Michael McCaul. Aún antes de llegar al territorio mexicano el legislador reconoció lo que cada vez es más obvio:
“No podemos implementar las políticas de Trump que habían funcionado tan bien, sin la cooperación de México”, admitió McCaul.
Las visitas de los funcionarios de la Casa Blanca y de los representantes del Congreso, ilustran la que en tanto en el ejecutivo como legislativo reconocen la importancia de las políticas migratorias de México como una de las claves para estabilizar el flujo de indocumentados a la frontera, especialmente durante el año electoral.
Lamentablemente, dentro del debate político en Estados Unidos se ignoran algunas de las propuestas que el gobierno mexicano ha hecho para resolver la problemática migratoria en el largo plazo, como realizar mayores inversiones sustantivas en los países expulsores de migrantes para atacar las causas de raíz que generan caravanas de inmigrantes hacia el norte.
Lo que el Congreso de Estados Unidos debate, con diversos matices, es restablecer el título 42, limitar los asilos, restringir los procesos de libertad condicional humanitaria y eliminar las protecciones para niños migrantes.
Con esa visión miope desde el Congreso, no se distingue la necesidad de atacar las causas estructurales que empujan a los migrantes a emigrar al norte, ni la realidad de qué México no puede aceptar a todas y cada una de las personas que lleguen a la frontera con Estados Unidos.
Así se cumplirá un nuevo ciclo político, donde los migrantes serán nuevamente la carne de cañón de ambos partidos y se seguirá dejando para otro día la necesidad que tiene Estados Unidos de aprobar una política migratoria que brinde a la economía la mano de obra que necesita y que honre el principio de ser un país que abre los brazos a los vulnerables y a los perseguidos.
Por José López Zamorano
Para La Red Hispana
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