Todos sabemos que nosotros los hispanos en Estados Unidos enfrentamos un tsunami de barreras financieras y no financieras para obtener atención médica adecuada y oportuna.
Tanto nuestra situación económica o migratoria, como el idioma que hablamos o el tiempo que llevamos en los Estados Unidos, afectan directamente el acceso a la atención médica.
Un estudio de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) documenta con claridad cómo los hispanos recién llegados “tienen más probabilidades de estar aislados de la sociedad estadounidense en general y de no estar familiarizados con el sistema de atención médica”.
Más allá de las barreras financieras que dificultan contar con seguro de salud adecuado, el dominio limitado del inglés afecta la capacidad de los hispanos para buscar y obtener atención médica y reduce el acceso a la información de salud, tal como lo han mostrado diversas investigaciones.
Más de 41 millones de personas en Estados Unidos hablan español en casa, pero a pesar de esto, muchas instituciones de salud no ofrecen servicios adecuados de interpretación y traducción.
“La comunicación es fundamental para el proceso de prestación de atención médica y tiene efectos profundos en las relaciones entre pacientes y proveedores y en la atención médica que reciben las personas”, sostiene el estudio de NIH.
Las carreras lingüísticas entre proveedores de salud y pacientes resultan en solicitudes excesivas de pruebas médicas, falta de comprensión de los efectos secundarios de los medicamentos, menor uso de la atención primaria y mayor uso de la sala de emergencias, según el estudio.
Por eso es de aplaudir una nueva iniciativa de la Administración de Recursos y Servicios de Salud (HRSA), para otorgar más de $8 millones de dólares a través de 18 subvenciones para capacitar a estudiantes de medicina o enfermería en la prestación de servicios cultural y lingüísticamente apropiados a personas con dominio limitado del inglés.
De acuerdo con HRSA, los hispanos cuyo idioma principal es el español, al igual que muchas otras personas con dominio limitado del inglés, experimentan desproporcionadamente malos resultados médicos y, a menudo, experiencias deficientes con los proveedores.
Entre los principales problemas destacan las dificultades para comprender las preguntas y diagnósticos de los médicos y dificultades a la hora de leer y usar recetas, referencias para nuevas consultas, e instrucciones de seguimiento.
Sería ingenuo pensar que 8 millones de dólares van a resolver un problema estructural tan serio como la falta de representación hispana en el sistema de salud, pero es un primer paso positivo.
Para abordar este problema de manera integral, los proveedores de atención médica deben invertir en servicios sólidos de acceso al idioma, incluidos intérpretes capacitados y materiales traducidos. Además, es fundamental crear campañas de información pública para crear conciencia sobre estos servicios y los derechos de los pacientes.
El objetivo es claro: igualdad y equidad en el acceso a la atención sanitaria para todos en los Estados Unidos, independientemente del idioma que hablemos.
Por José López Zamorano
Para La Red Hispana
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