Queridos amigos en Cristo,
Como compartí recientemente con ustedes, debido a una nueva ley que entrará en vigor el 1 de Octubre, la Arquidiócesis de Baltimore enfrenta una gran cantidad de demandas por casos históricos de abuso sexual infantil, las cuales anteriormente estaban prohibidas por la ley de Maryland. Después de consultar con numerosos líderes laicos y el clero de la Arquidiócesis, he tomado la decisión que creo que permitirá a la Arquidiócesis compensar equitativamente a las víctimas-sobrevivientes de abuso sexual infantil y garantizar, a la vez, que la Iglesia local pueda continuar con su misión y sus ministerios. En consecuencia, la Arquidiócesis de Baltimore ha solicitado la reorganización del Capítulo 11.
Evidentemente, este anuncio dará lugar a preguntas e inquietudes que me esforzaré por abordar hoy y en los próximos meses. Sin embargo, antes de hacerlo, debo hacer una pausa para pedir una vez más, de la manera más sincera y duradera, perdón por los fracasos pasados de la Iglesia. No podemos ni olvidaremos nunca la devastación causada por algunos ministros de la Iglesia.
Reconozco que ningún pedido de perdón, ninguna compensación ni información sobre nuestras medidas actuales de rendición de cuentas conducirán necesariamente a la sanación de las víctimas-sobrevivientes ni a reparar el daño que sufrieron. Sin duda, las conversaciones con víctimas-sobrevivientes me han enseñado que ni yo ni la Arquidiócesis podemos deshacer lo que padecieron. Al mismo tiempo, la Iglesia no puede ni quiere abandonar su responsabilidad moral de ayudar a las víctimas y acompañarlas en su camino.
El Capítulo 11 es uno de dos tipos de quiebra. Con un plan aprobado bajo el Capítulo 11, la Arquidiócesis será reorganizada, las víctimas-sobrevivientes serán compensadas equitativamente, y la Iglesia continuará en su misión y ministerios. Esto es diferente de la bancarrota del Capítulo 7, donde una organización vende todos sus activos para satisfacer a los acreedores y cerrar sus puertas.
Esperamos que nuestra reorganización implique varios pasos durante los próximos dos o tres años. En términos generales, poco después de la presentación de los documentos (que tendrá lugar hoy), el tribunal de quiebras comenzará a aceptar reclamaciones de víctimas-sobrevivientes durante un período de tiempo específico. Luego, la Arquidiócesis y las víctimas-sobrevivientes entablarán negociaciones con la esperanza de acordar un plan que incluya un fondo fiduciario para proporcionar compensación. Si el tribunal de quiebras aprueba un plan, no se podrán presentar contra la Iglesia reclamaciones futuras por casos de abuso pasados. Información adicional sobre el proceso, incluidas respuestas a preguntas frecuentes, se publica en nuestro sitio web arquidiocesano: www.archbalt.org
La reorganización del Capítulo 11 es el mejor camino a seguir para compensar equitativamente a todas las víctimas-sobrevivientes, dados los recursos financieros limitados de la Arquidiócesis, que de otro modo se habrían agotado durante la litigación. Los enormes honorarios legales y los grandes acuerdos o indemnizaciones decididos por los jurados para unas pocas víctimas-sobrevivientes habrían agotado nuestros recursos financieros, dejando a la gran mayoría de las víctimas-sobrevivientes sin compensación, al tiempo que habrían puesto fin a los ministerios de los que dependen las familias de todo Maryland para obtener apoyo material y espiritual.
Los esfuerzos de la Iglesia para erradicar el flagelo del abuso sexual infantil de nuestras parroquias, escuelas y ministerios, y para brindar atención y compensación a los perjudicados, no comenzaron con la reorganización del Capítulo 11 de hoy, y nuestros esfuerzos ciertamente no terminarán aquí. Este camino ha incluido muchos pasos a lo largo de las últimas tres décadas, desde nuestras políticas de tolerancia cero, amplia capacitación, y requisitos de presentación de informes y atención pastoral, hasta los acuerdos voluntarios ofrecidos a las víctimas-sobrevivientes y las acciones de hoy.
Esperamos y oramos firmemente para que aquellos que han sido perjudicados puedan encontrar algo de paz en la luz que ha brillado sobre el pecado pasado de la Iglesia, así como consuelo a través del cuidado pastoral y la compensación financiera que esperamos se brinde bajo el proceso de reorganización.
Con un sincero saludo personal, quedo
Fielmente en Cristo,
Reverendísimo William E. Lori
Arzobispo de Baltimore