Hace medio siglo, 16 representantes del gran consumo tomaron una decisión en Nueva York que sería el inicio de una revolución en el comercio mundial: el diseño del código para identificar productos. Nacía así el código de barras que hoy se lee 6.000 millones de veces cada día.
La propuesta, que sigue la idea del código morse, rápidamente se extendió por todo el planeta hasta convertirse en uno de los inventos que más han transformado la economía moderna, según una clasificación de la BBC.
Hubo que esperar un año para tener la primera aplicación práctica: Sharon Buchanan, dependienta en un supermercado de Ohio (Estados Unidos) escaneó por primera vez un código de barras, un paquete de chicles que costaba 67 céntimos.
La idea cruzó el Atlántico muy rápido y sólo tres años más tarde se fundó en Bruselas la European Article Numbering Association (EAN), una organización sin ánimo de lucro para la gestión de estándares comerciales. En la actualidad, GS1 es la organización sin ánimo de lucro que proporciona los estándares globales para una comunicación comercial eficiente, con presencia en 116 países.