Esta semana, el oeste de Estados Unidos ha sido testigo de un aspecto de la crisis climática sobre el que los científicos llevan años advirtiendo.
En medio de una prolongada megasequía que induce a la escasez de agua, una zona, Yellowstone, se vio abrumada por las lluvias torrenciales y el rápido derretimiento de la nieve que, en lugar de reponer el suelo en cuestión de semanas o meses, creó un torrente de inundaciones repentinas que arrancó carreteras y puentes y causó graves daños a uno de los parques nacionales más preciados del país.
Mientras tanto, las condiciones de sequía persistieron en el suroeste, donde el agua se necesita desesperadamente para reponer los mayores embalses del país y aliviar las regiones atormentadas por los incendios forestales, que han batido récords.
La última actualización del Monitor de Sequía de Estados Unidos del pasado jueves 16 de junio mostró el gran contraste entre el húmedo noroeste y el caluroso y seco suroeste. Este contraste de fiesta o hambruna es un patrón que la crisis climática tiende a amplificar: extremos en ambas partes del espectro, con el péndulo oscilando a veces repentinamente de un lado a otro. (CNN)