Nuestro estilo de vida conlleva grandes dosis de estrés.
El estrés se ha convertido en un componente cotidiano de nuestro estilo de vida. Las exigencias laborales, las demandas familiares y de cuidado, la inmediatez con la que buscamos resultados hacen que muchos de nosotros vivamos estresados.
Tanto es así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera al estrés crónico como una epidemia global.
Por si fuera poco, la actual pandemia de coronavirus ha aumentado aún más la dosis de estrés a la que estamos sometidos, debido a la incertidumbre sobre el futuro y el asilamiento social que genera, entre otras cosas.
Pero aunque pueda ser un componente más de nuestras vidas, vivir con demasiado estrés afecta nuestra salud.
Por eso, cuando el estrés al que estamos sometidos es demasiado, nuestro cuerpo nos manda “señales” para decirnos que tenemos que parar.
“El cuerpo, que es muy sabio, manda señales, y estas señales nos deben hacer recapacitar de que algo no estamos haciendo bien y de que estamos exponiendo a nuestro cuerpo a niveles de sufrimiento que no son sanos y que nos van a pasar factura”, Explica Celso Arango, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP).
Cuando el nivel de estrés es demasiado, nuestro cuerpo nos manda señales.
¿Y cuáles son estas señales? Además del cansancio, el dolor de cabeza, la tensión muscular y la dificultad para dormir, hay otras que quizá no hayas asociado al estrés.
Aquí te presentamos algunas de ellas:
-Palpitación del párpado: cuando de repente alguno de tus párpados comienza a producir pequeños espasmos de forma involuntaria. El músculo ocular produce esas contracciones involuntarias o mioquimias cuando está sometido a situaciones de tensión, ansiedad, cansancio y falta de sueño. Pueden durar varios segundos y llegan a ser muy molestos si se repiten en cortos espacios de tiempo.
-Eczemas: el eczema es un término muy amplio que engloba diversos trastornos provocados por la inflamación de las capas superiores de la piel que causa comezón, irritación y en ocasiones excoriación. Las manifestaciones del estrés en la piel son comunes, explica el doctor Arango, porque en el útero, el sistema nervioso central y el de la piel provienen de la misma parte, del ectodermo, y por eso hay una relación tan importante entre la piel y el sistema nervioso central. Otra manifestación del estrés en tu piel pueden ser los brotes de acné.
-Trismus dental: el trismus o trismo dental se produce cuando los músculos que se encargan de masticar sufren una contracción involuntaria. Esto ocasiona dificultad para abrir la boca. Generalmente se manifiesta de forma leve pero en algunos casos, la contracción de los músculos es tan intensa que no puedes separar los dientes, impidiendo por ejemplo que puedas comer o hablar con normalidad.
-Bruxismo: se trata de un hábito involuntario que hace que los pacientes aprieten la mandíbula fuertemente o hagan rechinar los dientes, frotándolos o deslizándolos, sin ningún objetivo funcional. Con frecuencia la presión sobre la mandíbula y los dientes tiene lugar mientras duermes, mientras se estás concentrado en algo o cuando estás estresado. Aunque el bruxismo no es un trastorno peligroso, si no se corrige puede causar lesiones dentales permanentes.
-Vista nublada: el estrés también puede afectar a nuestra visión, aunque suele ser en episodios pasajeros. Algunas de las posibles explicaciones de por qué se produce esto están relacionadas con los cambios en los niveles de azúcar en sangre y el aumento de la tensión arterial debido al estado de estrés.
Escuchar al cuerpo y parar
Estas son muchas veces las señales iniciales de un estrés continuado que es superior a lo que el cuerpo puede soportar, un umbral que en cada persona es distinto.
El dolor muscular es uno de los síntomas del estrés.
“Cuando se somete al cuerpo a una demanda que lo pone en una situación de máxima vulnerabilidad, antes de que el cuerpo claudique aparecen este tipo de fenómenos”, explica Arango.
“La gente debería escuchar a su cuerpo”.
Hay estrategias que podemos usar para reducir las consecuencias del estrés, como el ejercicio físico, mejorar nuestra alimentación o meditar.
“Es un momento en el que una persona debe pensar: ‘Tengo que llevar una vida más sana, aumentar las horas de sueño, tengo que dedicarme a cosas que no son el trabajo, tengo que hacer mindfulness, tengo que estar más tiempo con mi familia’”.
Meditar es una buena estrategia para combatir el estrés.
En cualquier caso, si esos fenómenos persisten, Arango recomienda buscar ayuda y acudir a un doctor, porque después de estos signos más leves, pueden llegar otros más graves.
“El cuerpo de una manera u otra, a través del temblor del párpado, a través del eczema o del trismus, lo que está diciendo es algo está yendo mal, lo que te está diciendo es ‘para, recapacita e intenta hacer las cosas de forma distinta’, porque si no al final estalla”.
Y lo que al final puede estallar, según el especialista, es un infarto de miocardio o una psicosis.
“Si estamos sometiendo al cuerpo a una presión excesiva eso se va a volver en contra”, concluye Arango.