¿En algún momento de la pandemia te has sentido derrotado? ¿Has pensado que no avanzas y que todo parece encallarse? Entonces, no estás solo. A todos nos ha sucedido, porque simplemente es lo normal, lo lógico, en medio de acontecimientos largos, inesperados y estresantes. Sumémosle una dosis de miedo por la severidad de la enfermedad y por cómo nos afectará personal, laboral y familiarmente.
Todo esto se conoce como fatiga pandémica. Es como una guerra en tiempos de paz: partes diarios de muertos y enfermos, restricciones de movimiento, sectores prácticamente paralizados (como el turismo) y, sobre todo, una incertidumbre arrasadora, mucho más allá de la necesaria para sentirnos vivos.
En el orden laboral, unas esferas se han enriquecido rápidamente y otras —con idéntica velocidad— se han empobrecido. Sin embargo, dejando de lado cada perfil profesional, no hay nadie que pueda asegurar que no haya sufrido incidencias en sus niveles de bienestar.
No es posible dividir el bienestar, ni analizar de forma independiente lo laboral y lo personal. El hecho de que trabajemos más desde casa, muestra cómo ambos lados se interrelacionan.
Annastiina Hintsa, CEO de Hintsa Performance, considera en una entrevista con la consultora McKinsey que el bienestar es la base del alto rendimiento sostenible, y no una recompensa por ello: “Si estás preocupado por el equilibrio entre tu vida laboral y personal, te estás equivocando. Simplemente hay vida, y tu trabajo es parte de tu vida”.
Entonces, no puede hablarse de estrés laboral sin abordar el estrés general de nuestra vida. Por solo mencionar un ejemplo de lo que significa para las empresas y sus colaboradores, las pérdidas derivadas del estrés reducen, según la Organización Internacional del Trabajo, entre el 0,5 y el 3,5% de la economía de un país como México.
¿Qué hacer para remediarlo? Meditación y mindfulness, autoconocimiento y una mayor experticia en el diseño de metas y objetivos. Podríamos empezar por ahí. Hay además decenas de recursos al alcance de todos, muchos de ellos gratuitos.
Como indica Hintsa, podemos establecer el modelo “deportivo” para enfocar el rendimiento: “Así como los atletas no pueden hacer entrenamientos de alta intensidad todo el tiempo, las personas y los equipos no pueden rendir al máximo todo el tiempo”.
Lo mejor es alternar entre concentración y relajación, entre alta intensidad y recuperación, para alcanzar el rendimiento óptimo. Y como colofón, desarrollar altos niveles de optimismo. Según la Psicología Positiva, el optimismo nos permite manejar mejor las situaciones de estrés, en un marco de mayor flexibilidad ante la incertidumbre.
POR ISMAEL CALA
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