Nació el 10 de octubre de 1964 en Oakland, California.
Residencia actual: entre Los Ángeles y Washington.
Su madre, Shyamala Gopalan, fue una científica especializada en cáncer de mama que emigró de India en los años 60 para estudiar un Doctorado en Endocrinología en la Universidad de California Berkeley. Murió en 2009.
Su padre, Donald Harris, nació en Jamaica y fue catedrático de la Universidad de Stanford. Se retiró en 1998.
Tiene una hermana: Maya Harris, que trabajó para la campaña de Hillary Clinton.
Kamala se casó en 2014 con Douglas Emhoff, socio en DLA Piper y quien se dedica a la abogacía en la industria mediática y del entretenimiento.
Tiene dos hijastros: Cole y Ella Emhoff.
En 2019, consideró en declaraciones al diario The Washington Post que no se debería encajar a los políticos en compartimentos según su color o su historial.
“Mi punto era: yo soy quien soy. Y me siento bien con eso. Quizá tú tengas que descifrar, pero a mí me parece bien”.
La ley y el orden
Tras cuatro años en Howard, Harris se trasladó a la Universidad de California-Hastings, para conseguir un título en Derecho y empezar su carrera en la Oficina del Fiscal de Distrito del condado de Alameda.
Se convirtió en fiscal de distrito -el máximo puesto en esa área- de San Francisco en 2003, antes de lograr ser la primera mujer y la primera mujer negra en ganar el puesto de fiscal general de California, el principal abogado y funcionario encargado del cumplimiento de la ley en el estado más poblado del país.
Incisiva y rigurosa en los interrogatorios
Harris anunció oficialmente el lanzamiento de su campaña al Senado en enero de 2015, en la que se enfrentó y derrotó en las primarias a un peso pesado del Partido: el exalcalde de Los Ángeles Antonio Villaraigosa.
En las elecciones de noviembre de 2016, consiguió su escaño con una abrumadora mayoría. Después de su victoria, prometió proteger a los inmigrantes de las políticas del entonces presidente electo Donald Trump y para ello permaneció en el cargo de fiscal general hasta finales de 2016.
Desde su llegada al Senado, la exfiscal general se granjeó el apoyo de los progresistas por su rigurosa e incisiva forma de interrogar a los nominados del presidente para distintos cargos, en especial durante las audiencias para la confirmación de Brett Kavanaugh como magistrado de la Corte Suprema o la de William Barr como fiscal general de Estados Unidos.